martes, 15 de agosto de 2017

Pesadilla en la Cafetería. Hoy: Tipos de clientes y cómo reconocerlos


¡Hola a todos!

Ser camarero no es un trabajo fácil. A algunas personas les puede parecer que no hay demasiada complicación en un trabajo que básicamente consiste en preparar comidas y bebidas para luego servírselas a los clientes. Pero creer algo así sería demasiado simplista, y estoy segura de que mis inteligentísimos lectores nunca caerían en un despropósito del calibre de considerar como "sencillo" el trabajo de un camarero.

Pero, ¿a qué viene esta diatriba? Pues viene a que, como tantas otras personas de este país, he tenido que empezar a ganarme la vida en una pastelería que cuenta con un servicio de cafetería. Por lo que sí, se podría decir que soy camarera. Y si una cosa me ha enseñado este trabajo es que uno no sabe hasta qué punto trabaja un camarero hasta que lo prueba en sus propias carnes. Y me he dado cuenta de que, al margen de lo duro que es el trabajo en sí, una de las cosas que más contribuye a minar la moral del camarero es el amplio catálogo de clientes a los que tiene que enfrentarse cada día.

Exigentes, caprichosos, iracundos, difíciles de manejar... Un camarero nunca sabe qué clase de cliente se va a encontrar hasta que éste se acerca a él y empieza a hablar. Y entonces ya es demasiado tarde, porque uno no puede escapar de esa prueba que el Destino ha puesto en su camino. Yo misma he tenido que vérmelas con especímenes de lo más variopinto, pero yo me lo tomo como un rito de paso que contribuirá a hacerme cada vez más fuerte.

Por eso, hoy os ofrezco una detallada lista de los tipos de clientes a los que ha de enfrentarse durante su jornada laboral. Si hay algún camarero leyendo este blog, probablemente sabrá de qué estoy hablando y se verá reflejado en esta entrada. Por lo contrario, si quien me está leyendo ahora mismo es o ha sido un cliente, que sepa que podría estarse pasando de la raya con un trabajador que no tiene por qué aguantar sus peculiaridades. Espero que os guste!


1) El Exigente

Este cliente destaca por su falta de respeto y su inconcebible incapacidad para empatizar con el camarero del establecimiento. Entra por la puerta grande como un señor y espera que todo el personal se ponga a sus pies y cumpla todos sus deseos en el acto. Da igual que el camarero esté atendiendo a otras personas que han llegado antes: el Exigente quiere que se le atienda primero a él con la excusa de que es su hora de tomar el café y que tiene “mucha prisa”. Curiosamente, la mayoría de estos clientes son jubilados o turistas que están de vacaciones, así que… ¿a qué viene tanta prisa?


2) El Tiquismiquis

También conocido como el Tocapelotas, es el típico cliente que quiere que le sirvas el desayuno o la merienda siguiendo una serie de instrucciones y pasos tan intrincados que la búsqueda del Arca Perdida te parecerá un juego infantil. Que si el café no puede estar ni muy claro ni muy oscuro, que si la leche tiene que estar servida en un recipiente aparte, que si la taza que le has puesto no le gusta y que le pongas otra más bonita, que si las hojas de té verde no se han abierto del todo porque no has puesto el agua a la temperatura correcta… En fin, un montón de menudencias que parecen más propias de una princesita de cuento que de una persona hecha y derecha. Si una persona es tan quisquillosa para tomar un simple café, no me quiero ni imaginar cómo lo hará en su casa.


3) El Pijo

Un clásico entre los turistas que vienen de tierra adentro (al menos, según mi experiencia). Los urbanitas de las grandes ciudades cuentan con tantas novedades en sus bares y cafeterías que en ocasiones se les olvida que en los pueblos las cosas son más simples. A mí me parece muy bien que muchos clientes quieran llevar una vida sana y procuren cuidarse, pero también tienen que tener en cuenta que una cafetería no es un bufet libre en el que vas a encontrar todo lo que pidas. Detalles como pedir azúcar moreno en vez del azucarillo normal, o si el café puedes hacérselo mejor con leche desnatada o de soja (cuando YA has hecho el café, ejem…) son cosas que a mí me parecen un poco pijoteras. El colmo de los colmos viene cuando te piden que les pongas lonchas de jamón de bellota (en una pastelería) o que les pongas algo que vaya bien con su dieta disociada (en una pastelería one more time).


4) El Guarro

A ver, yo entiendo que cuando en una mesa se mezclan cosas tan variopintas como café, cruasanes, bollos rellenos, pastelillos y refrescos, a la larga eso va a acabar convertido en un desastre. Servilletas desperdigadas por encima de la mesa, migas por todas partes, restos de chocolate pegados, azucarillos abiertos y desparramados… son solo unos pocos ejemplos de lo que se puede encontrar en una mesa de cafetería en cuanto el cliente se marcha. Pero es que el caso del Guarro consigue rizar el rizo. No sé cómo lo hace, pero este espécimen logra elevar la suciedad al cubo cuando se levanta y se va del local. Su mesa está tan sucia que parece que por allí haya pasado un tornado, pues ni siquiera se molesta en no manchar o, de hacerlo, ser lo más cuidadoso posible para no dejarlo todo hecho una porquería. Limpiar su mesa se convierte en todo un reto, ya que uno nunca sabe si entre los escombros de la merienda hallará oro o una serpiente de cascabel.


5) El Protestón

A medio camino entre el Exigente y el Tiquismiquis, enfrentarse al cliente Protestón es un reto con el que todos los camareros se han topado alguna vez. Es como un rito de paso: no te dan la licencia de camarero si no te enfrentas al menos diez veces a un Protestón. Este cliente, como el Exigente, quiere que se le atienda como si fuera el Ser Supremo, por lo que no dudará en pasar por encima de los demás para hacerse ver y oír. Sin embargo, una vez que le atiendan, demostrará ser peor que un niño caprichoso. Da igual lo servicial o atento que sea el personal con el Protestón: él se dedicará a quejarse de lo caro que está todo, de lo mediocre que es la comida, de lo vetusto que es el local… cualquier cosa le vale para dar rienda suelta a su diarrea verbal. Para el Protestón, nada es lo bastante bueno.


6) El Memorístico

Cuando una cafetería tiene éxito, lo más normal es que al cabo de cierto tiempo empiece a formarse una clientela que acuda al sitio con cierta asiduidad. Por lo general, estos clientes, a quienes yo llamo Memorísticos, suelen pedir siempre lo mismo cada vez que van a la cafetería, y esperan que el camarero se acuerde de lo que toman. Lo curioso es que, si se trata de turistas que solo pasan por la cafetería una vez al año, cuando vuelven también esperan que recuerdes lo que les gustaba tomar. Les encanta que el camarero tenga memoria de elefante y recuerde, no solo su nombre y lo que le gustaba tomar, sino también los nombres de sus hijos y todas las enfermedades por las que han pasado. Lo bueno es que suelen ser clientes muy amables y agradecidos.


7) El Familiar

Fácilmente reconocible porque nunca viene solo. El Familiar tiene instinto de manada y siempre va a todas partes acompañado de su prole. Cabe destacar que dicha prole no suele bajar de los dos hijos, a los que se unen los abuelos, tíos, sobrinos y algún amigo que pasaba por allí… con sus hijos también. Otra cosa que me llama la atención es que los hijos del pariente suelen ser bastante pequeños y revoltosos, por lo que en el tiempo que dure su estancia en el local se dedicarán a corretear, trepar y chillar como pequeños monitos. Eso sí, el Familiar no moverá ni un dedo para refrenar el entusiasmo de sus vástagos, pues está demasiado ocupado tomando su cafecito y pasando de todo.


8) El Solitario

De este espécimen hay dos variantes: El solitario auténtico y el solitario fugitivo. El cliente solitario hace honor a su nombre y va solo a todas partes, y la cafetería no es la excepción. Entra, pide un café, se sienta en una mesa, coge el periódico y allí se tira media mañana leyéndolo sin decir ni una palabra ni meterse con nadie. En cambio, el fugitivo suele ser un padre de familia que, cansado de aguantar los berridos de sus hijos, ha conseguido darles esquinazo para poder disfrutar de unos momentos a solas consigo mismo.


9) El Sin Cambio

Las leyes de Murphy explican muchos fenómenos cotidianos a los que las personas tenemos que enfrentarnos a diario, y el caso de los camareros no es la excepción. Basta que la caja registradora se dé cuenta de que andas fatal de cambio para que te traiga a un cliente que quiere pagar un simple café… con un billete de cincuenta euros. No os hacéis una idea de lo difícil que es mirar a la cara al cliente que te ofrece el billete con una sonrisa de oreja a oreja, contento porque gracias a ti va a deshacer ese billete que tanto le molesta o porque sabe que te va a joder la marrana a base de bien. Por eso, hoy quiero alzar la voz en nombre de todos los camareros y deciros a vosotros, clientes, que llevéis dinero suelto si vais con intención de salir a tomar un café. Las cafeterías no son bancos.


10) El Indeciso

¿Nunca os ha pasado que lleváis todo el día con la idea de tomar algo en mente, y luego llegáis al sitio y os habéis olvidado de lo que queríais? Pues esto es parecido a lo que le pasa al cliente Indeciso. Llega con gran disposición, feliz y contento, se sienta en la mesa que le gusta, apremia al camarero para que vaya a atenderle, y cuando éste por fin se acerca a él y le pregunta qué va a tomar… resulta que se le ha olvidado lo que quería. Con una risa nerviosa, empezará a balbucear que no sabe si tomar un dónut o una napolitana, o quizá un batido de helado y un pastel. Y ojo, esto no tiene nada que ver con aquellos clientes que saben lo que quieren pero que cuando llegan al sitio descubren que de lo que querían no queda nada. El Indeciso se va a tomar su tiempo en decidir qué quiere tomar, y cuando por fin se lo traigas puede que hasta proteste y se lamente de que no era lo que realmente quería. Ay, qué paciencia hay que tener…


11) El Antipropina

Soy de la firme opinión de que dar propina debería ser un gesto, si no obligatorio, al menos sí más arraigado en la sociedad. Aunque pueda parecer un gasto absurdo, tendríamos que ser conscientes de que una propina es una gratificación que se le da a un trabajador como muestra de agradecimiento por su excelente servicio. En muchos países, los bares y restaurantes han establecido un método de propinas por el cual están perfectamente estipuladas y van incluidas en la cuenta total del cliente. Pero en mi país, España, no hay un sistema de propinas similar y se deja al libre albedrío del cliente, que puede elegir entre dejar unas monedas como propina o no dejar nada en absoluto. El cliente Antipropina es aquel que, a pesar de que se le ha ofrecido un buen servicio, se le ha tratado de maravilla y se le ha proporcionado todo lo que ha pedido, se marchará de la cafetería sin dejar ni una triste moneda para el camarero que le ha atendido, lo que protocolarmente se entiende como que no ha quedado satisfecho con el servicio que se le ha dado.


12) El Recogedor

Y ya que hemos visto la peor cara de los clientes, vamos también a ofrecer la versión más agradable de los mismos; no todos van a ser malos, ¿verdad? Así como hay gente que se marcha de una cafetería dejando un reguero de destrucción a su paso, también hay quien tiene buenos modales y lo demuestra recogiendo las tazas y platos que ha manchado y llevándolos a la barra. Que conste que, como clientes, no estamos obligados a recoger el servicio, ya que eso es tarea de los camareros. Sin embargo, es una muestra de respeto y gratitud por su trabajo, pues al hacer ese gesto estamos reconociendo su esfuerzo y nos sentimos agradecidos por lo que han hecho por nosotros. Es una manera de decir “te demuestro mi agradecimiento aligerando un poco tu trabajo”.


13) El Tardío

El peor de todos, sin lugar a dudas. El Tardío es ese cliente que aparece en el local a la más intempestiva de las horas, cuando el suelo ya está fregado, la caja contada, los utensilios limpios y las luces apagándose… para pedir un café o un puto helado. Viene a destiempo, cuando los trabajadores están cansados después de la jornada laboral y están deseando volver a casa, para tocar las narices por un antojo que se le ha ocurrido a última hora. Y ojo, que no estoy hablando de la gente que sale tarde del trabajo y solo tiene ese momento para hacer algunas compras de última hora; esa gente no se merece mi desprecio. Yo critico a los que se han pasado el día sin dar un palo al agua, que se han tirado toda la tarde en la playa o dando paseos por el parque y a última hora les entra el capricho de tomarse un helado, aun cuando están viendo que los dependientes quieren cerrar y marcharse. Los Tardíos, además, carecen de la capacidad de leer, pues de otra manera no me explico cómo es posible que no lean los horarios que están en la puerta del establecimiento y se enteren de que a las 9:30 de la noche ESTÁ CERRADO!


¡Y hasta aquí por hoy! Quisiera dedicar este post a todos los clientes que día tras día contribuyen a hacer que mi jornada laboral sea más agradable y productiva, que son muchos. Gente educada y maravillosa que siempre me cuenta sus anécdotas y consigue sacarme una sonrisa a pesar de todo. Por vosotros.

6 comentarios:

  1. La verdad es que sólo me veo reflejada en uno: el antipropinas. No porque no las deje nunca, sino porque no las dejo por sistema. ¿Motivos? El primero, que en algunos sitios te meten uns clavadas importantes: dos euros y pico por un café, más de tres por un helado o una horchata, un euro con veinte por un miserable botellín de agua, quince euros por una pizza, croquetas a cinco euros la unidad... a mí esos precios me cabrean, y ya que me meten una clavada semejante, no voy encima a gastarme aún más dinero, que no me sobra precisamente, en dejar una propina.
    En segundo lugar, yo sólo dejo propina al camarero si el servicio ha sido realmente bueno. Por un servicio normal (en plan "Aquí tiene la carta, qué van a tomar, aquí está el plato, la cuenta, muchas gracias") yo no voy a dejar propina. ¿Por qué? Porque esa persona está haciendo su trabajo normal, por el cual le están pagando su sueldo normal, y del mismo modo que yo no espero que los clientes de mi despacho, además de pagarme mi minuta, me den un sobre con un extra de propina, tampoco estoy dispuesta a regalarle a nadie mi dinero cuando todo lo que ha hecho ha sido su trabajo. Sí dejo propina cuando el camarero es especialmente amable o sé que me ha hecho un favor: por ejemplo, un día en Soria llegamos un poco tarde de una de nuestras excursiones, eran las diez y media de la noche pasadas, estábamos demasiado cansados para buscar un restaurante donde cenar, y aunque el bar del hotel aún estaba abierto y habían algunas personas tomando café, el cocinero se había marchado. La camarera se compadeció al ver nuestras caras de hambre y pena y decidió encender la plancha para hacernos un sandwich. Fue tan buena con nosotros que le dimos las gracias varias veces y le dejamos una buena propian, porque fuimos conscientes de que había empatizado con nosotros y había hecho algo que no tenía obligación de hacer para ayudarnos.
    Los demás pecados no los he cometido, así que supongo que no soy mala cliente. Sobre todo intento ser educada y amable, porque no hay nada que me joda más que los que tratan a las personas que trabajan de cara al público como si fueran siervos de la gleba. Joder, que es una persona y está trabajando, un poco de educación.

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    1. La Virgen, menudos precios! Y yo pensando que el sitio donde trabajo es carísimo! XD
      Bueno, bromas aparte, la verdad es que yo casi siempre dejo propina si puedo. Yo salgo muy poco, así que no me supone ningún problema dejar un dinerillo en el bote de las propinas de los locales a los que voy. Si ya conozco el sitio y sé que es caro, directamente no voy.

      Y yo considero que sí se debe dejar propina porque, al margen de que el camarero está haciendo su trabajo al atender a los clientes, creo que también hace más de la cuenta al tener que aguantar las tonterías e impertinencias de los más pesados. Insisto: la mayoría de los clientes son bellísimas personas y se comportan como seres civilizados y educados. Pero los que dan la vara, los que se piensan que los camareros somos sus siervos y nos tratan como tales, no se merecen ni una sonrisa (aunque yo les dedico una de mis sonrisitas cínicas, de esas que dicen "tú sigue así, que vas bien"), y por eso no veo mal que el camarero reciba una pequeña gratificación por aguantar a alguien que no hace más que ponerle palos en las ruedas.

      Por otra parte, la propina funciona también como un incentivo para el camarero, ya que al ver reconocido su esfuerzo y trabajo, se esfuerza por merecerse las propinas de los clientes. Yo llevo poco tiempo en esto pero ya he recibido bastantes propinas, y cada vez que me las dan me llevo una gran alegría y pienso "pues a lo mejor no lo estoy haciendo tan mal". Pero bueno, eso ya va a juicio de cada uno.

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  2. Muy buen análisis sobre el tipo de clientes. La verdad es que como bien dices al comienzo de esta magnífica entrada,pecamos de simplista sobre el mundo de los camareros o la gente que en general trabaja en hostelería. Yo puedo opinar por las dos partes pues soy cliente y camarero (desde hace un año más o menos) no se trata muchas veces de "tenga su cafe" sino de poner siempre una buena cara porque al fin y al cabo es tu trabajo y atiendes a gente que viene a disfrutar de un momento de tranquilidad o de una charla con la pareja o los amigos (al menos así lo veo yo).
    Y aunque uno no tenga ganas de nada en ocasiones hay que hacer de tripas corazón. Y se agradece mucho que el cliente sea a veces un poco empatico.

    Creo que al igual que se puede elaborar listas sobre tipos de clientes también de camareros.
    Saludos.

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    1. Hola, Feanor! Gracias por pasarte por aquí y comentar! ^^*
      Así que somos compañeros de profesión? Entonces no te estoy contando nada nuevo, pues estoy segura de que habrás visto cosas así y más. Tienes razón en lo que dices, eso de que lo normal es poner buena cara a los clientes que vienen para disfrutar de unos momentos de relax; yo a veces he estado triste o agobiada y he tenido que sonreír igual por obligación... pero a veces son los mismos clientes los que te hacen la vida más fácil y te hacen sonreír con sus cosas y sus charlas.

      Y oye, a lo mejor me pienso lo de la lista de camareros, que ando escasa de ideas y esa puede dar mucho juego, XD!

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    2. Como dicen por ahí Dios los cría y ellos se juntan.Jajaja.
      Pues yo encantado si decides dar una oportunidad a lo de la lista.

      Por cierto hablando de pasarme por el blog soy nuevo y estoy de lectura intensiva con las entradas antiguas de tu blog.Muy interesante incluso quizás ponga la biblia en verso en algunas entradas que me han parecido extraordinariamente más llamativa de lo habitual sobre mi opinión a riesgo de provocar una extraña ensoñación en la propietaria del blog.
      Aaaahhh queda muy relajante lo de las flores de fondo.

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    3. Siéntete libre de leer y opinar todo lo que quieras. Mientras no se insulte a nadie o se le falte al respeto, aquí puede comentar el que quiera ^^*

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