martes, 20 de septiembre de 2016

Cinco pequeñas historias


¡Hola a todos!

¿Qué tal os va la vida, lectores? Yo sigo aquí, en plena fase Ultimando Preparativos: que si mudarme a otra ciudad, que si mis cuentos y relatos... Tengo tantas cosas en la cabeza que a veces me aturullo y se me va un poco la olla. Dicen que quien mucho abarca, poco aprieta, y yo estoy descubriendo que es una verdad como un templo de sabiduría. A veces me gustaría hacer tantas cosas que no me doy cuenta de que al final acabo por no hacer ninguna de las que tenía pensadas.

Lo que sí he hecho con cierta regularidad es seguir escribiendo. Una de mis intenciones es la de preparar un libro de cuentos oscuros. Pero aunque me gustaría decir que lo tengo muy avanzado, me temo que solo he terminado dos de los seis o siete que tenía pensado incluir. No os podéis imaginar las ganas que tengo de compartir con todos vosotros mis cuentos oscuros, pero como no quiero poner todavía toda la carne en el asador, me temo que vais a tener que esperar. Sin embargo, como me apetecía colgar aquí algunas cosas de las que escribo, os dejo con cinco microrrelatos para que leáis, disfrutéis y comentéis.

Aquí están:



1. EL LAMENTO DEL ÁNGEL CAÍDO

Cada vez que abro los ojos, me hago la misma pregunta: ¿Tan grave ha sido mi culpa? Hubo un tiempo en el que fui uno de los ángeles más perfectos del Cielo. Mi lealtad estaba puesta fuera de toda duda, pues nadie servía al Señor con la misma presteza que yo. Todo cambió cuando creó al hombre y nos obligó a inclinarnos ante él. ¿Cómo podía el Señor exigirme algo así? ¿Iba yo a rendir pleitesía a aquel simple mortal, a una criatura imperfecta, caprichosa y voluble? Jamás. Me negué a arrodillarme ante el hombre. Ese fue mi delito.

Por mi rebeldía, el Señor me castigó con dureza. Me despojó de Su luz, me arrancó las alas y me arrojó a este abismo de fuego y azufre, donde ordenó que me encadenaran a una roca. Desde aquí puedo ver la luz de Su gloria burlándose de mi desgracia y de la de otros que corrieron la misma suerte que yo. Pero esto terminará cuando rompa mis cadenas y tenga mi libertad. ¿Adónde iré entonces? Ni al Cielo, ni al Infierno. Un ángel caído sólo puede vivir junto al hombre, pues es igual que él. Y si ambos somos iguales, ¿por qué he de arrodillarme?



2. LA MUERTE DE ODILE

Perdóname, padre Rothbart, por haberte desobedecido. Sabía lo que debía hacer, lo sabía muy bien. Fui creada para interpretar un papel, para fingir ser quien no era... con el propósito de que tu venganza se cumpliera. Tu magia sirvió para modelar mi cuerpo y mi rostro para ser como la hermosa Odette, aquella a quien convertiste en cisne, para así engañar al único hombre que podía salvarla de aquella maldición. ¡Ojalá me hubieras maldecido a mí en su lugar, visto lo que sucedió!

Me enamoré de Sigfrido, padre. Me habías ordenado seducirle con ardientes miradas y dulces sonrisas, y lo hice. Por cada uno de mis gestos, el bello Sigfrido se ilusionaba cada vez más, y yo caí presa de sus encantos. Pero se me rompía el alma cuando él me tomaba de la mano y, emocionado, susurraba el nombre de mi rival. Lloré al saber que él nunca me amaría.

Con tu venganza, padre, nos condenaste a los tres. Odette y Sigfrido eligieron morir juntos; yo lo haré en soledad. Las aguas del lago me llaman. Perdóname por haberme enamorado de tu enemigo, padre. Ojalá nunca me hubieras concedido el don de amar. Adiós.



3. ROSA MARCHITA

Los días pasan despacio en el hospital. Hace tanto tiempo que estoy ingresada aquí que ya lo considero un hogar... si es que se le puede llamar así a una habitación con una ventana y una cama. Sobre este lecho estoy yo, perpetuamente conectada a un gotero que me proporciona todo lo que necesito para mantenerme con vida. Desde hace siete años, mi vida se reduce a esta habitación y al paisaje que veo desde mi ventana.

A veces, alguien que viene de visita trata de alegrarme trayéndome rosas. Pero son incapaces de ver lo que yo veo: Esas rosas están muertas. Han esperado a que florecieran, las han cortado en la plenitud de su crecimiento y las han mantenido con vida de forma artificial... pero no dejan de estar muertas. Hermosos cadáveres para un cadáver.

Yo soy como esas rosas. Da igual que digan que algún día me recuperaré; yo sé que no es cierto. Nada puede salvarme. Mis días en este mundo están contados. Es cuestión de tiempo que mis ojos se cierren y mi cuerpo se marchite. Tal vez, algún día mis restos volarán con los pétalos de las rosas, flotando en el viento como mariposas.



4. HONE-ONNA

Ondeaba en el aire mi vestido de seda azul. Brillantes faros de un auto es lo último que recuerdo antes de la plácida ingravidez, el aire frío nocturno, el cielo oscuro y sereno, bocinas que sonaban lejanas. Me sentía tan liviana, tan pausada, que solo me dejé caer hasta que ya no hubo sensación alguna. Las gélidas aguas del río me abrazaron, dándome la bienvenida al reino de los muertos. Mi nombre desapareció con la corriente.

Oí un frenazo a lo lejos y en mi cabeza destellaron como un fogonazo los rostros de quienes me traicionaron. Mi novio y mi mejor amiga, unidos por el mutuo desprecio que sentían por mí, conspiraron para arrebatarme la vida; ya se las arreglarán para fingir tristeza cuando se denuncie mi desaparición.

Pero lo que no saben es que regresaré para vengarme. Enfundada en un hermoso kimono azul, apareceré por las noches en forma de esqueleto descarnado para convertir sus vidas en una pesadilla. Me alimentaré de sus almas, les haré pagar cara su traición. Y me aseguraré de que tiemblen al oír mi nuevo nombre.

Porque de ahora en adelante, yo seré "Hone-onna".



5. CRIMEN

Sara sabía que no debía moverse. La había despertado un ruido muy fuerte que provenía del piso de abajo. Se despertó, pero su instinto le ordenó que no se moviera. Escondida bajo las mantas de su cama, Sara oyó los sonidos del miedo. Voces que susurraban, puertas que se abrían, objetos que caían al suelo. Después empezaron los gritos. Desde su escondrijo, Sara lo oyó todo. El siseo del machete al cortar el aire. El golpe del arma al cercenar la cabeza de su padre. El chillido angustioso de su madre, sus súplicas desesperadas. Y luego, el silencio.

Sara se hizo un ovillo en la cama. Se tapó la boca con las manos para no gritar. Rezó para que el intruso se marchara de una vez sin reparar en su presencia. No tendría esa suerte. Angustiada, Sara escuchó los pasos del asesino acercándose a su habitación.



¡Y hasta aquí por hoy! ¡No os olvidéis de dejarme un comentario! ^^*

2 comentarios:

  1. Todos bastante angustiosos, pero mi favorito el segundo.
    Por curiosidad, ¿alguna vez escribirás una historia con final feliz? Por variar y esas cosas :-P

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    1. ¿Historias con final feliz? ¡Sí, mujer! ¡Anda que no he escrito yo historias con final feliz! Sin ir más lejos, he escrito... ninguna. XDDD!!

      Naa, no soy muy partidaria de los finales felices, y no porque no me gusten (el final feliz siempre deja muy buen sabor de boca), sino porque me atraen más los finales tristes, dramáticos y oscuros. El final feliz es muy típico y muy definitivo. La historia acaba bien y punto. ¿La vida de los personajes no continúa? ¿No hay más problemas? ¿Solo ha habido conflicto en la novela y a partir de ahí todo va a ser una fiesta? Eso es lo que se desprende del final feliz (en mi opinión, ojo). En cambio, el final oscuro (que no siempre tiene por qué ser triste) ofrece más recovecos que explorar y da la sensación de que la historia no acaba ahí, que podría continuar de una manera u otra. Eso sí, hay finales oscuros que no me gustan nada y que sacan las cosas de contexto!! (maldita seas, J.K. Rowling!!)

      Y bueno, si te sirve de consuelo, le estoy dando vueltas a un argumento para una novela que pide a gritos un final feliz. ¿Contenta? ^^*

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