domingo, 12 de junio de 2016

Origen de las expresiones


¡Hola a todos!

¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde viene la expresión "a mí no me la dan con queso"? ¿O por qué decimos "a buenas horas, mangas verdes" sin tener ni idea de su significado? Hay muchas expresiones en la lengua española que se pierden en la noche de los tiempos, que son tan antiguas que no sabemos cuándo se originaron ni qué fue lo que hizo posible su existencia. De hecho, muchas de esas locuciones carecerían hoy en día de sentido por el simple hecho de que aquello a lo que se referían en su origen ya no existe.

Los tiempos han cambiado mucho, pero cientos de expresiones antiguas han perdurado hasta nuestros días e incluso las utilizamos a diario en diferentes contextos. ¿Os gustaría saber un poco más sobre algunas expresiones que he rescatado? ¡Pues seguid leyendo y sorprendeos!



Salvarse por los pelos

Esta locución, que se utiliza para referirse a la evitación de una situación muy complicada por muy poco tiene su origen en el ámbito marinero. En tiempos pasados, para enrolarse en la tripulación de un barco no era un requisito indispensable saber nadar. Entre la tripulación era habitual recomendar a los jóvenes grumetes que se dejaran el cabello largo para que, en caso de que cayeran por la borda, tuvieran alguna posibilidad de ser rescatados. ¿Cómo? Pues agarrándoles de la melena y tirando de ellos hasta ponerlos a salvo.


Tirar de la manta

Esta expresión significa destapar algún asunto sucio o vergonzoso que debe permanecer oculto para no comprometer a nadie. Su origen, no obstante, puede dar lugar a confusión, ya que la palabra “manta” no se refiere a la prenda con la que nos cubrimos y abrigamos. El origen de esta expresión hay que buscarlo en los siglos XVI o XVII. En algunos lugares de Navarra, se llamaba mantas a unos grandes lienzos colgados de las paredes de las iglesias, donde figuraban los nombres y apellidos de las personas que descendían de judíos conversos. En ese contexto, “tirar de la manta” significaba investigar posibles falsas conversiones.


Irse a la porra

Empleamos esta frase cuando queremos que alguien nos deje en paz cuando nos está molestando. Su origen parece estar en el mundo castrense. La porra es el bastón que llevaba el sargento mayor durante las marchas, que balanceaba para marcar el ritmo que debía seguir el pelotón. Al acampar, la porra se clavaba en una zona determinada y era el lugar a donde se enviaba a los soldados cuando eran amonestados severamente.


No dar un palo al agua

Es habitual utilizar esta frase para referirnos a alguien que destaca por su vagancia, que nunca hace nada o es un vividor. El origen de esta frase viene del lenguaje marinero y tiene dos variantes. Por un lado, hay quien sostiene que esta expresión se utilizaba para designar a los que no se acercaban al mar ni para echar una caña, porque es imposible pescar si no se echa un palo al agua. Era una forma de referirse a la mayor de las vagancias, ya que si un marinero no era capaz de intentar pescar echando una caña al mar, era un perezoso de cuidado. El otro posible origen podría referirse al remo de una embarcación, y su significado es fácilmente entendible: Aquel que no dé un palo al agua será aquel que no reme junto a sus compañeros para desplazar la embarcación, lo que le convertiría en un vago insolidario.


Se te ve el plumero

Esta expresión se utiliza cuando hablamos de una persona a la que se le ven sus malas intenciones. Antiguamente, durante las guerras cada ejército utilizaba un distintivo bastante llamativo para distinguir a unos de otros. El distintivo de la Milicia Nacional era un penacho de plumas en el frontal de los gorros de sus huestes, y de ahí viene el nombre. Su significado, no obstante, al principio tenía más que ver con la orientación política de aquel de quien se hablaba, aunque con el tiempo su significado se ha ampliado.


Meterse en camisas de once varas

Esta locución se usa cuando queremos indicar que alguien se complica la vida innecesariamente. Al parecer, tiene origen en una curiosa tradición medieval. Era costumbre en esta época que los niños adoptados pasaran por una ceremonia que consistía en introducirles por la manga de una camisa y sacarlos por la otra, simulando el proceso de un parto. La camisa tenía unas medidas bastante grandes. Antiguamente se utilizaba una vara para medir las telas. La vara castellana medía unos 83 cm., por lo que 11 varas eran más de 9 metros. El término “11 varas” se utilizaba como expresión de exageración, ya que una camisa de tales medidas era algo enorme.


Aburrirse como una ostra

Es frecuente utilizar esta expresión para referirnos a un aburrimiento extremo. La palabra “ostra” puede llevarnos a pensar en el molusco; pero en realidad su origen es muy distinto. Lo cierto es que se refiere al “ostracismo”, una práctica empleada en la antigua Grecia. El ostracismo era el destierro de aquellos miembros de la sociedad que se consideraban perniciosos. El sistema para desterrar al penado era una votación en la asamblea, en la que los miembros escribían el nombre de la persona a la que querían desterrar en unos trozos de cerámica llamados ostracones. Los elegidos tenían 10 días para abandonar la polis y la duración del destierro podía ser de unos 10 años. Durante este tiempo, la falta de trato con otras personas provocaba un tremendo hastío que llevaba al aburrimiento. De ahí el significado de la expresión que aún hoy seguimos utilizando.


Irse de picos pardos

Esta expresión se utiliza para indicar que alguien se va de diversión con personas del sexo opuesto, y haciendo hincapié en la posibilidad de mantener relaciones sexuales con esa persona. El origen de esta expresión hay que buscarlo en el siglo XVIII. Durante el reinado de Carlos III se dictó una ley por la cual se ordenaba a las prostitutas a coserse en el borde de sus faldas un ribete de color marrón con forma de pico, para que pudieran ser fácilmente reconocidas. A quien alternaba con estas prostitutas se le decía que iba “de picos pardos”, por esa característica de la vestimenta de las meretrices.


A buenas horas mangas verdes

Empleamos esta locución para indicar a alguien que ha llegado a destiempo para hacer algo. Esta expresión tiene su origen en el siglo XV. Durante el reinado de los Reyes Católicos se creó un cuerpo similar al de la actual Policía, que garantizaba la seguridad ciudadana. Uno de sus primeros uniformes consistía en un chaleco de piel que mostraba las mangas verdes de la camisa. Sin embargo, era tan bajo el número de efectivos de este cuerpo de seguridad que muchas veces no llegaban a tiempo para evitar los altercados que pudieran producirse, a lo cual gritaba la gente con desdén al verles llegar tarde: ¡A buenas horas, mangas verdes!


Acabar como el rosario de la aurora

Generalmente utilizamos esta expresión cuando algo va a terminar de manera desastrosa. No está muy clara su fecha de origen, pero parece ser que todo comenzó en un pueblo gaditano (Medina Sidonia o Espera, según la versión). Cierto día, durante el rezo del rosario que se celebraba antes de la salida del sol, dos cofradías enemistadas coincidieron en un paso estrecho. Entre ambos bandos estalló una trifulca de tales proporciones que hubo varios heridos y un muerto.


Cargar con el muerto

Aunque esta expresión se utiliza cuando queremos desviar la culpa de un hecho a otra persona, su significado original es un poco distinto. Parece ser que esta expresión viene de las antiguas leyes medievales, según las cuales, cuando en una localidad aparecía un cadáver de una persona con evidencias de haber sido asesinada y no se conocía al autor del crimen, todos los habitantes del pueblo tenían la obligación de pagar una sanción. Para evitar el pago, los lugareños solían ocultar el cuerpo a espaldas de las autoridades y llevarlo a las inmediaciones de otra ciudad, para que la multa la pagaran los otros vecinos.


Darla con queso

Empleamos esta frase cuando hablamos de una situación en la que una persona es engañada o timada. Tenemos que buscar el origen de esta expresión en la Edad Media, concretamente en la región de La Mancha. Muchos comerciantes iban allí a comprar vinos para después revenderlos y, como es normal, tenían que probar el vino antes de comprarlo para certificar que no estuviera picado. Sin embargo, parece ser que existía una práctica que consistía en que los vendedores agasajaban al comerciante con una cata de quesos de fuerte sabor, lo que disimulaba el mal sabor del vino de mala calidad. Muchos comerciantes de vinos inexpertos fueron timados de esta manera, de ahí que se popularizara esta expresión.



¡Y hasta aquí por hoy! ¿Qué os ha parecido? Habréis visto que me he dejado muchas expresiones muy conocidas en el tintero, pero creo que podría dejarlo para una futura entrada. ¿Os gustaría saber el origen de alguna otra expresión? ¡Espero vuestros comentarios!

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