martes, 28 de junio de 2016

Juego de Tronos. Impresiones sobre la Sexta Temporada


¡Hola a todos!

Hoy vamos a hablar de Juego de Tronos. Ahora que ya se ha terminado la sexta temporada, toca hacer un repaso general a las impresiones que me ha suscitado no solo como lectora sino también como espectadora. Sé que muchos de los que venís aquí para leer algunos de los posts que le he dedicado a la saga sois fans acérrimos de la serie, y siento mucho tener que decirlo pero a mí ya hace tiempo que me viene aburriendo. La voy siguiendo, sí, pero con muchas menos ganas que antes. Para mí, ver Juego de Tronos a día de hoy se ha convertido en algo mecánico, algo que hago por pura costumbre al caer finales de marzo o principios de abril. Me entero de que sale una nueva temporada, me pongo a verla y, nada más terminar, me olvido de ella hasta el año que viene. Y es que ya hace tiempo que la serie no me fascina, no me causa la sensación de plenitud y emoción que me causaba al principio, cuando Martin aún tenía algo que decir al respecto y no había permitido que hiciesen a su saga los cambios que poco a poco la han ido desvirtuando. Si hay algo bueno dentro de esas diez horas anuales que, para mí, ahora mismo son de puro relleno, son los geniales y certeros análisis que les va dedicando la bloguera Estelwen Ancálimë todas las semanas en su blog La luz de Valinor y que os animo a visitar (el enlace os lleva al post del primer capítulo de la sexta temporada).

Es posible que algunos os sintáis molestos por los comentarios que voy a hacer en este post, sobre todo si os encanta la serie y sois defensores a ultranza de lo que vemos en ella. Os pido mente abierta y comprensión para lo que no es más que la opinión de una lectora que se convirtió en una gran fan pero que ha presenciado cómo se ha denigrado la que era la mejor serie de fantasía rodada hasta la fecha. Aviso que voy a hacer SPOILERS de toda la SEXTA TEMPORADA y de los LIBROS, así que no leáis esta entrada hasta haberla visto entera.




Juego de Tronos puede presumir de ser una de las mejores series que hay hoy en día en la televisión. Se oye decir mucho que la televisión es el nuevo cine, dado que de un tiempo a esta parte se han sacado unas series con una calidad tan brutal que superan con mucho a las películas que se pueden ver en el cine. Los formatos son completamente distintos, pues una historia larga no encuentra cabida en el cine a menos que se haga una trilogía o una tetralogía, que no es más que una trilogía ampliada para sacar más pasta de la masa hambrienta de pienso hollywoodiense. A día de hoy, la televisión ofrece historias mucho más largas y mejor desarrolladas de lo que cualquier película podría hacer jamás, y el público ha notado un aumento enorme de la calidad en los productos televisivos. Ejemplos los hay muy variados: Breaking Bad, The Walking Dead, Orange is the New Black... y así podría seguir durante varias líneas. Juego de Tronos ocupa un lugar de honor dentro de esta lista de grandes series y esto es indiscutible; no hay más que ver la cantidad de premios Emmy y menciones honoríficas que ha recibido desde que se empezó a emitir, allá por el 2011.

No me gusta ser negativa ni echar pestes, y mucho menos sobre una serie de la que yo misma he sido súperfan desde el mismo momento en que supe que se estaba rodando la primera temporada. Reconozco que tiene una calidad muy superior a la de otras series, un presupuesto amplísimo y un aspecto visual que entra por los ojos, que gusta y que atrapa. El hecho de que escojan a directores diferentes para cada capítulo también ha ayudado mucho a enriquecer la serie, porque cada uno le da su toque especial. Y eso por no mencionar EL episodio; ya sabéis, ese episodio de cada temporada que nos deja boquiabiertos y que normalmente suele ser el 8 o el 9, siempre preparándonos para el final de la temporada pero sin fastidiarnos la sorpresa del capítulo final (en el caso de esta temporada, los dos últimos capítulos han sido muy, muy buenos).



Tanta muerte, tanta muerte... el día menos pensado
nos cuelan un shinigami y a nadie le extraña


¿Cuál es el problema, entonces? Personalmente, a mí la serie lleva aburriéndome un par de temporadas, y esto puede ser por varias razones. En primer lugar, porque antes que espectadora he sido lectora de la saga, de todos los libros que han salido hasta la fecha. En mi caso, cuando me enteré de que se estaba rodando la primera temporada de Juego de Tronos, yo ya estaba leyendo Tormenta de Espadas y preparándome para comprar el cuarto volumen, Festín de Cuervos (ya sabéis que Danza de Dragones saldría cuando la serie ya iba muy adelantada). O sea, que ya conocía a todos los personajes, me sabía casi todos los acontecimientos importantes y ya estaba preparada para las muertes más traumáticas. ¿Me sentí desencantada al ver su reproducción en la serie? No, ni mucho menos. De hecho, gran parte de los personajes y escenas me las había imaginado de una forma parecida (quizá con un poco más de colorido), por lo que no fue eso lo que me disgustó. Lo que sí me chirriaba (y esto también me pasó con los libros) es que, a medida que avanzaba la serie, el nivel iba decreciendo y se notaba a la legua. Ahí ya empecé a sospechar que la historia iba cuesta abajo y sin frenos.

Aunque se esperaba que George R.R. Martin publicara el resto de la saga mientras se emitía la serie, lo cierto es que no le ha dado tiempo o ha preferido tomarse las cosas con más calma y, por lo tanto, la saga literaria está incompleta. Esto ha obligado a los creadores de la serie a reinventar el argumento, y el que más y el que menos lo ha notado. Ojo, que no estoy diciendo que esto sea malo. De hecho, para los que no disfrutan tanto con la saga literaria y prefieren ver la serie, el que haya unos argumentos nuevos es perfecto. Esto ha hecho que los lectores no vayamos por delante de los espectadores mientras vemos la serie. Hay cosas que ocurren de manera distinta, personajes que mueren de otra forma... No es del todo malo y, de hecho, ha habido algunas cosas que me han parecido mejor resueltas en la serie que en los libros. Lo que quiero decir es que, al dejar el argumento en manos de los guionistas, el lector tiene la oportunidad de sorprenderse con la serie sin tener que estar pendiente de si ocurre así en los libros o no.

El problema es que se ve que el nuevo argumento no lleva a ninguna parte. Me explico: Al parecer, cuando se empezó a ver que la serie iba a pillar a la saga literaria, Weiss y Benioff hablaron con Martin acerca del rumbo que debía tomar Juego de Tronos. De esa conversación se ha sacado en claro que ambos creadores llegaron a un acuerdo con el autor sobre el final de la historia. El final, según dijo posteriormente Martin en una entrevista, iba a ser igual para ambas versiones, pero los caminos que iban a recorrer los personajes serían distintos. En pocas palabras, que todos los caminos llevan a Roma. Pero entonces yo me hago dos preguntas: La primera de ellas es ¿Cuándo van a llegar? y la segunda, pero no menos importante, es ¿Cómo van a llegar? Todos sabemos que a partir del final de la primera temporada los personajes principales se separan y se van cada uno por un lado. Entiendo que los personajes no son iguales y sus arcos de evolución tampoco lo son, pero todos estamos de acuerdo en que tarde o temprano tienen que volver a unirse, sus tramas tienen que confluir en algún punto. Y aquí es cuando vuelvo a referirme al problema que tiene el nuevo argumento: Que no confluye, no se atisba nada del final. Los personajes customizados por Weiss y Benioff son como pollos sin cabeza que van por Poniente y por las Ciudades Libres dando tumbos y no tienen un objetivo claro.



¿En serio? ¡No nos habíamos dado cuenta, George! ¬¬U


¿Queréis saber mi opinión? Yo creo que los guionistas están tan sin ideas que van escribiendo el guión sobre la marcha, a vuelapluma. Esto se ve en la cantidad inmensa de capítulos, sobre todo en estas dos últimas temporadas, que son puro relleno. Por no saber, no se sabía ni las temporadas que le quedaban a la serie. Se hablaba al principio de siete temporadas, haciendo alusión a los Siete Dioses y los siete libros en los que Martin ha dividido su novela río. Pero después se empezaron a oír rumores sobre nueve e incluso diez temporadas, lo que me parece una barbaridad para una serie como Juego de Tronos tal y como está planteada. Ahora se ha confirmado que la última temporada será la séptima, pero con menos capítulos que una temporada normal, quizá unos siete u ocho.

Siendo así las cosas, yo pregunto: ¿No sería mejor eliminar toda la morralla que nos estáis metiendo por un tubo e ir directamente al grano? Quitadnos de encima todo el relleno y centraos en lo importante, en la confluencia de las tramas principales, que es lo que todos estamos esperando. A las pruebas me remito: ¿Cuántos capítulos de esta temporada han aportado algo? Con algo me refiero a que hayan hecho avanzar el argumento, que hagan ver que la historia se mueve. Muy, muy pocos. Ya el primer capítulo de esta temporada, el que fue titulado La mujer roja, no cumple lo que promete. ¿Cuánto tiempo sale Melisandre en pantalla? ¿Qué es eso tan espectacular que hace en este primer episodio como para dedicárselo a ella? ¿Qué grandes avances hemos visto en el arranque de temporada? La respuesta a las tres preguntas podría ser "Nada", pues lo único que hace Melisandre es, aparte de estar pasando por una crisis de fe alucinante, quitarse el collar y convertirse de repente en una vieja pelleja. Pues mire usted, para ver semejante esperpento de tres minutos no titule el capítulo La mujer roja. Y así nos tiramos otros siete capítulos que no aportan absolutamente nada.

Si os soy sincera, a mí esta serie me está fallando. Cuando una serie que te gustaba tanto ahora te aburre, puede ser por dos motivos: O es tan larga que al final te has cansado de ella, o las cosas han cambiado tanto que ya no se parece en nada a aquello que una vez te fascinó. Y para mí es una mezcla de las dos. Juego de Tronos es muy distinta a como era en sus orígenes, y la están alargando tanto que a mí de verdad que me resulta tediosa. Hemos llegado a un punto en el que solo hay un capítulo bueno por temporada, y suele ser el famoso capítulo 8 ó 9 del que os he hablado antes, quizá porque es el que más se curran a todos los niveles. Son capítulos muy intensos, con un nivel de acción alucinante. Qué pena que esa intensidad no se transmita a los nueve capítulos restantes de la temporada; de haber sido así, esta crítica no habría sido publicada jamás.



Representación gráfica de un guionista de Juego de Tronos


La falta de originalidad es otro de los lastres que la serie lleva arrastrando desde hace un par de años más o menos. Simplificando mucho las cosas, básicamente lo que tenemos es a Bran teniendo visiones cada vez más largas, a Arya recibiendo hostias como panes, a Tyrion bebiendo vino y hablando de putas y tetas, a Sansa intentando espabilar pero sin conseguirlo, a Ramsay torturando gente, al Gorrión Supremo conspirando y a Daenerys haciendo gala de todos los deus ex machina que os podáis imaginar. Y a mí esto me aburre mucho. Estoy hasta las narices de que le zurren la badana a Arya para convertirla en una Mujer Sin Rostro... para que al final decida que no va a ser una Mujer Sin Rostro. O que Daenerys salga airosa de todos los líos en los que se mete repitiendo patrones que ya había hecho en temporadas pasadas; recordad si no cuando sale ilesa del incendio que ella provoca en la tienda de los Khals o cuando hace su discurso incendiario a la vez que muestra a su poderoso dragón negro.

Otra cosa que evidencia una falta total de originalidad es el recurrir constante y obsesivamente a la matanza indiscriminada de los personajes favoritos de los espectadores para crear sorpresa. El revuelo que causaron en su día las muertes de Eddard y Robb Stark fue de tal magnitud que los guionistas tuvieron una revelación repentina y se dijeron: Ostras, cada vez que matamos a un personaje guay, la audiencia sube y se revolucionan las redes sociales. ¡Matemos a más personajes importantes para que la gente no pare de sorprenderse y fijo que así lo petamos! Pero eso no funciona así. Se ha llegado a un punto en el que las muertes de personajes en Juego de Tronos ya no causan efecto alguno en el espectador, y si lo hacen éste no va a durar mucho. ¿Por qué? Pues porque lo único que han conseguido con tanta muerte es que los personajes me la suden. Es que me da igual lo que le pase a Tyrion, o a Arya o a Cersei. Me da todo igual, porque sé que se los van a cargar de una manera o de otra. Nos han acostumbrado tanto a la muerte de personajes importantes que ya les he perdido el cariño a todos, me da absolutamente lo mismo lo que les pase.

Otro tanto pasa con las múltiples y cansinas escenas donde las grandes protagonistas son las TETAS. Dios santo, tetas por doquier, por arriba, por abajo, a los lados, en diagonal, haciendo zoom en tu cara... ¡Qué sería de nuestra vida sin TETAS! ¡Son parte in-dis-pen-sa-ble de la serie! ¡Su seña de identidad, me atrevo a decir! Y no me vale que ahora vengáis en plan hooligan a recriminarme que soy una puritana, que me escandalizo por todo, que seguro que pienso que esta serie es puro porno, que me meta a monja y me calle de una vez... No me vale, porque la aparición constante de TETAS no está justificada. De hecho, los guionistas llegan a torcer tanto las cosas que dan a entender que la presencia de las TETAS es necesaria. Desde aquí quiero hacer una petición a la HBO: O dejáis de saturarnos con imágenes de tetas, o empezáis a poner alguna que otra polla para equilibrar la balanza.



Sean Bean nos recuerda qué es 
lo verdaderamente importante de la serie


Pero no sería justo acabar esta crítica sin mencionar lo bueno que ha tenido esta temporada. ¿Y qué ha sido? Pues los dos últimos capítulos, de principio a fin. Tanto La Batalla de los Bastardos como Vientos de Invierno han sido espectaculares, una auténtica maravilla tanto a nivel visual como argumental. Son tan increíbles que parece mentira que pertenezcan a la misma temporada. Las imágenes son poderosísimas, la banda sonora es impresionante, el desarrollo de los distintos arcos argumentales ha hecho las delicias de todos los fans de la serie... Os juro que, cuando vi estos dos últimos capítulos, pensé que se había obrado un milagro, que los Siete Dioses habían escuchado mis plegarias y por fin habían decidido devolver a la serie la grandeza que se merece.

Qué dos grandes capítulos, en serio. La Batalla de los Bastardos nos ha mostrado el sangriento final de Ramsay Bolton, uno de los personajes más odiados de toda la serie, precedida por una batalla campal tan realista como emocionante, pues a más de uno ha tenido con el culo pegado al borde del sofá y comiéndose las uñas. El momento en el que se despliega el estandarte de los Stark en el muro de Invernalia se ha convertido en uno de los símbolos de la temporada. En cuanto a Vientos de Invierno, aunque se le puede achacar que peca en exceso de elementos propios del fanservice, creo que es un muy buen capítulo que no ha dejado indiferente a nadie, ha tenido mucha acción, las tramas han avanzado a pasos agigantados y por fin da a entender que las cosas van a tener un espectacular avance en la próxima temporada. Comentar el último capítulo daría para un artículo entero, pero simplemente diré que ha sido excepcional y que me ha dejado con ganas de más.

Y vosotros estaréis diciendo: Si tan espectaculares te han parecido estos dos últimos capítulos, ¿por qué te has puesto tan crítica con la serie? Pues por la sencilla razón de que, con estos dos grandes capítulos, no han hecho más que darme la razón. Juego de Tronos no necesita morralla para enganchar a la gente, pues con un par de fórmulas bien utilizadas y un argumento bien perfilado es capaz de atraer a cualquiera. Entonces, ¿por qué nos han acribillado a capítulos de relleno en vez de ir al tema, como ha ocurrido en estos últimos capítulos? ¿Por qué no utilizar en toda la temporada los medios que han desplegado de forma tan maravillosa al final de la temporada? En mi opinión, ha sido un gran derroche de tiempo y recursos argumentales que sí, han dejado un buen sabor de boca al final, pero que de haber repartido en el resto de capítulos habrían hecho que la sexta temporada fuese una de las mejores.

Y nada más, hasta aquí llega mi disertación indignada sobre el declive que he ido observando estos últimos años en la serie. Cierto que la sexta temporada no ha sido la peor de todas (para mí, la peor ha sido la quinta), pero creo sinceramente que podría haberse hecho mucho mejor sin tener que aguantar tantas idas de olla y rellenos innecesarios. Espero que de cara a la próxima temporada los guionistas se tomen las cosas en serio y le den un final digno a la saga que tanto me gustó en su día.


lunes, 20 de junio de 2016

¡Celebremos la noche de San Juan!


¡Hola a todos!

Se acerca el solsticio de verano, y aunque en el hemisferio norte eso ocurre el 21 de junio, lo común es celebrarlo durante la noche del 23 de junio. Noche mágica por excelencia, la noche de San Juan, además de ser la más corta del año, da pie a que ocurran todo tipo de prodigios mágicos, ya que durante esta noche se producen encantamientos mágicos, los elementos de la naturaleza despliegan todo su poder y las hadas pueden ser desencantadas.

De origen pagano y posteriormente cristianizada, en un principio su función era la de darle "fuerza" al sol, ya que a partir de esta fecha se va debilitando y los días se van haciendo más cortos. La manera más común de celebrar la noche de San Juan es con fuego, con grandes hogueras que se encienden a medianoche y alrededor de las cuales giran todo tipo de ritos y creencias. En España, además, se dan algunas de las fiestas de San Juan más populares, como podrán decir los valencianos, los alicantinos y los gallegos, entre los que me cuento.

La noche de San Juan está llena de magia y superstición. Algunos de los rituales que se llevan a cabo están tan arraigados dentro de nuestra cultura, que hasta los que no creemos tenemos que callar y dejarnos llevar por la sabiduría ancestral de nuestros antepasados y confiar en que las fuerzas de la naturaleza nos ayudarán a mantener alejados a los malos espíritus que constantemente intentan hacernos daño.




El poder de la noche de San Juan radica en la tremenda fuerza regeneradora que, según se creía antiguamente, tomamos de la propia naturaleza. Los tres elementos alrededor de los cuales giran todos los ritos de la noche de San Juan son:

*El fuego: Las fogatas y ritos relacionados con este elemento se inician la víspera de este día para festejar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía. Las leyendas dicen que las cenizas de estas hogueras curan enfermedades, y es bien sabido que todo el que quiera asegurarse buena suerte para todo el año debe saltar sobre las llamas un determinado número de veces. Esta costumbre surgió como medio para alejar los malos espíritus, ya que desde antiguo se conoce el poder purificador del fuego.

*El agua: Simboliza la fertilidad y la pureza. Se considera que a partir de las doce de esta noche el agua es milagrosa, cura enfermedades y proporciona la felicidad. Ritos como los de tomar las nueve olas, recoger la flor del agua o bañarse desnudos en el rocío de los campos están pensados para atraer a una pareja potencial o para propiciar el nacimiento de hijos.

*La tierra: Se dice que durante la noche que precede al San Juan, la tierra se ve inundada por una riada de poderes mágicos. Por eso se dice que es muy fácil ver hadas durante esta noche, e incluso puede que sea el momento propicio para desencantar a alguna de ellas. Además, las plantas reciben un beneficio extraordinario, ya que las plantas venenosas ven anulados sus efectos y, en cambio, los efectos beneficiosos de las plantas medicinales se duplicarán.


Ahora pasemos a ver algunos rituales que se pueden llevar a cabo durante esta mágica noche, así como los beneficios que nos pueden traer si los llevamos a cabo correctamente.


Ritos y costumbres

Saltar las hogueras

Esta es, sin duda, la costumbre más popular del San Juan. Dependiendo de donde uno viva, el número de veces que se ha de saltar una hoguera varía. Aquí en Galicia se suelen saltar nueve veces, pero en otros lugares como Alicante o Valencia se hace siete veces. Lo que no varía es que, a la vez que se salta el fuego, hay que arrojar una trenza hecha con flores o cintas de colores a la persona amada, y si esta la recoge antes de que caiga, habrá felicidad y buena fortuna para ambos.


Baños a medianoche

La tradición de los baños es muy conocida en Galicia; tal vez os suenen los famosos nueve baños que hay que tomar en la playa de La Lanzada, en la provincia de Pontevedra, para garantizar una buena salud. La tradición señala que, si se saltan nueve olas de espaldas al mar, se conseguirá alejar las energías negativas y aumentará la fertilidad femenina. Pero para que esto tenga efecto, es muy importante no mirarse al espejo después de bañarse.


Agua de rosas

Existe una costumbre aquí en Galicia (no sé si en otras partes es igual) que consiste en salir al campo o al jardín para coger rosas, camelias, hinojo, romero y cualquier planta o flor con un aroma agradable. Una vez en casa, hay que lavar estas plantas para quitarles la suciedad y los bichos que pudieran tener, y luego hay que meterlas en una palangana con agua fría. Hay que dejar reposar este agua durante toda la noche de San Juan, mientras ardan las hogueras. Por la mañana, nos lavaremos la cara con el agua de rosas para prevenir el influjo maligno de las meigas durante todo el año. También está relacionada con el agua la tradición andaluza de lavarse la cara a medianoche para mantenerse guapo todo el año.


Pedir un deseo

Una de las cosas que más se suelen hacer durante la noche de San Juan es pedir deseos, y para garantizar que estos se cumplan hay muchos rituales que todos podemos hacer. Uno de ellos consiste en poner bajo la almohada una rama de hiedra y un papel blanco en el que previamente habremos escrito un mensaje positivo. Antes de irnos a dormir, encenderemos una vela blanca y dejaremos que se consuma por completo. La cera que haya quedado la ponemos también junto a la hiedra y el mensaje, y nos acostamos. Al día siguiente, tenemos que quemar el papel y enterrar todos los elementos bajo tierra, para que crezca el deseo.

Otro ritual que se puede hacer es el de plantar una hortensia en una maceta durante la víspera de San Juan. Si la hortensia florece, nuestro deseo se hará realidad; en caso contrario, habrá que esperar al momento propicio.


Ritual de adivinación

Este es un juego de adivinación que leí en un libro cuando era niña y, por lo tanto, no sé el arraigo que tiene. Pero como se hace en la noche de San Juan, yo os lo dejo aquí por si alguien se anima a probarlo. El ritual es muy sencillo, aunque me temo que está pensado solo para las chicas casaderas. Consiste en coger un plato y echarle una buena cantidad de harina. A continuación, hay que depositar este plato bajo un arbusto de romero y dejarlo allí toda la noche. Si todo va bien, al día siguiente aparecerán sobre el plato las iniciales de tu futuro marido.


¡Y hasta aquí por hoy, lectores! ¿Conocéis algún ritual más que se lleve a cabo en San Juan y que os gustaría compartir? ¡Me encantaría leer vuestros comentarios! Os deseo una feliz noche de San Juan, en la que todos vuestros pesares queden exorcizados por la magia del fuego, del agua y de la tierra.

¡Hasta pronto!

jueves, 16 de junio de 2016

Volaré



"Es curioso que la vida, cuanto más vacía, más pesa"

León Daudí (1905-1985), escritor español



Pocas frases me han hecho reflexionar tanto como esta, pues es la más apropiada para describir cómo me he sentido durante mucho tiempo. Llevo mucho tiempo sintiéndome extraña por algo que me costaba identificar, padeciendo los síntomas de una enfermedad para la que no hallaba nombre. Pero sí que tiene un nombre, y es Deseo de cambiar. Ya es momento de que las cosas cambien. Es la hora de dar un paso hacia delante.

Los cambios provocan terror. Es miedo en estado puro. Es la sensación que tiene un pajarillo al asomar la cabeza por encima del nido y ver la inmensa caída que le espera si comete el más pequeño error al abrir sus alas y echar a volar. Pero ese pajarito sabe que no puede quedarse en el nido toda la vida. Algún día crecerá y se hará demasiado grande, y sus padres no querrán seguir alimentándole porque comprenden que ya es hora de que se vaya y se busque la vida. Y el momento ha llegado. Nunca he sido más consciente de ello como lo soy ahora. Ha llegado la hora de abrir las alas y echar a volar.

Pocas veces me he sentido tan insegura como en estos momentos. ¿Qué me espera ahí fuera, tras la puerta de mi casa? El triunfo o el fracaso. Aquí no hay medias tintas; o se hace, o no se hace. No se puede vivir toda una vida a base de intentos. Es necesario asomarse al vacío y saltar, porque no queda más opción que hacerlo. El miedo está ahí, ¡claro que sí! Miedo a caer como una piedra. Miedo a que mis alas no me respondan. Miedo a perder lo único a lo que puedo aferrarme.

Tal vez debería buscar alternativas mejores, pero eso solo sería retrasar lo que es inevitable. No quiero pasarme toda la vida teniendo miedo de todo. El miedo me ha hecho perder grandes oportunidades y me ha impedido lanzarme cuando debería haberlo hecho. He evitado la experiencia por culpa de un exceso de templanza, pues eso es el miedo: El terror disfrazado de prudencia. ¡Adiós al miedo! ¡Atrás, temores infundados! No me encadenaréis ni un segundo más. Me niego a vivir con esa sensación de debérselo todo a los demás, solo porque yo no he tenido las agallas de luchar por aquello que necesitaba. Yo también tengo alas para volar.




¿Y qué encontraré más allá de las puertas de mi jaula de oro? Quizá me lleve una sorpresa. Es posible que no cumpla ninguno de los propósitos que tengo en mente para hacer que mi vida sea tan plena como la he pintado en mi imaginación... pero eso no significa que no pueda encontrar otros propósitos que me conviertan en la persona que quiero ser. El destino es el mismo, pero se puede recorrer por caminos diferentes. Y sí, puede que mi meta sea una de las más ambiciosas y difíciles de conseguir, pero si algo he aprendido es que no se puede vivir esperando que te lo den todo. A veces tienes que alargar la mano para coger lo que es tuyo, lo que te pertenece por derecho. El premio puede no ser todo lo dorado que esperabas, pero es tuyo, solo tuyo, y te lo has ganado. Eso es lo que quiero sentir cuando me vaya.

El plan está en marcha. La rueda gira una vez más. Fortuna, escucha mi petición y concédeme mi deseo: Sonríe para mí. Siquiera por una vez, dedícame una de tus gloriosas sonrisas y dame fuerzas para triunfar, para tener siempre la certeza de que he tomado el camino adecuado y no me he equivocado al hacerlo. Por favor, sé el viento que me impulsa hacia el cielo. Mi ánimo está presto, mis alas son grandes y fuertes.

Estoy lista para echar a volar.

domingo, 12 de junio de 2016

Origen de las expresiones


¡Hola a todos!

¿Alguna vez os habéis preguntado de dónde viene la expresión "a mí no me la dan con queso"? ¿O por qué decimos "a buenas horas, mangas verdes" sin tener ni idea de su significado? Hay muchas expresiones en la lengua española que se pierden en la noche de los tiempos, que son tan antiguas que no sabemos cuándo se originaron ni qué fue lo que hizo posible su existencia. De hecho, muchas de esas locuciones carecerían hoy en día de sentido por el simple hecho de que aquello a lo que se referían en su origen ya no existe.

Los tiempos han cambiado mucho, pero cientos de expresiones antiguas han perdurado hasta nuestros días e incluso las utilizamos a diario en diferentes contextos. ¿Os gustaría saber un poco más sobre algunas expresiones que he rescatado? ¡Pues seguid leyendo y sorprendeos!



Salvarse por los pelos

Esta locución, que se utiliza para referirse a la evitación de una situación muy complicada por muy poco tiene su origen en el ámbito marinero. En tiempos pasados, para enrolarse en la tripulación de un barco no era un requisito indispensable saber nadar. Entre la tripulación era habitual recomendar a los jóvenes grumetes que se dejaran el cabello largo para que, en caso de que cayeran por la borda, tuvieran alguna posibilidad de ser rescatados. ¿Cómo? Pues agarrándoles de la melena y tirando de ellos hasta ponerlos a salvo.


Tirar de la manta

Esta expresión significa destapar algún asunto sucio o vergonzoso que debe permanecer oculto para no comprometer a nadie. Su origen, no obstante, puede dar lugar a confusión, ya que la palabra “manta” no se refiere a la prenda con la que nos cubrimos y abrigamos. El origen de esta expresión hay que buscarlo en los siglos XVI o XVII. En algunos lugares de Navarra, se llamaba mantas a unos grandes lienzos colgados de las paredes de las iglesias, donde figuraban los nombres y apellidos de las personas que descendían de judíos conversos. En ese contexto, “tirar de la manta” significaba investigar posibles falsas conversiones.


Irse a la porra

Empleamos esta frase cuando queremos que alguien nos deje en paz cuando nos está molestando. Su origen parece estar en el mundo castrense. La porra es el bastón que llevaba el sargento mayor durante las marchas, que balanceaba para marcar el ritmo que debía seguir el pelotón. Al acampar, la porra se clavaba en una zona determinada y era el lugar a donde se enviaba a los soldados cuando eran amonestados severamente.


No dar un palo al agua

Es habitual utilizar esta frase para referirnos a alguien que destaca por su vagancia, que nunca hace nada o es un vividor. El origen de esta frase viene del lenguaje marinero y tiene dos variantes. Por un lado, hay quien sostiene que esta expresión se utilizaba para designar a los que no se acercaban al mar ni para echar una caña, porque es imposible pescar si no se echa un palo al agua. Era una forma de referirse a la mayor de las vagancias, ya que si un marinero no era capaz de intentar pescar echando una caña al mar, era un perezoso de cuidado. El otro posible origen podría referirse al remo de una embarcación, y su significado es fácilmente entendible: Aquel que no dé un palo al agua será aquel que no reme junto a sus compañeros para desplazar la embarcación, lo que le convertiría en un vago insolidario.


Se te ve el plumero

Esta expresión se utiliza cuando hablamos de una persona a la que se le ven sus malas intenciones. Antiguamente, durante las guerras cada ejército utilizaba un distintivo bastante llamativo para distinguir a unos de otros. El distintivo de la Milicia Nacional era un penacho de plumas en el frontal de los gorros de sus huestes, y de ahí viene el nombre. Su significado, no obstante, al principio tenía más que ver con la orientación política de aquel de quien se hablaba, aunque con el tiempo su significado se ha ampliado.


Meterse en camisas de once varas

Esta locución se usa cuando queremos indicar que alguien se complica la vida innecesariamente. Al parecer, tiene origen en una curiosa tradición medieval. Era costumbre en esta época que los niños adoptados pasaran por una ceremonia que consistía en introducirles por la manga de una camisa y sacarlos por la otra, simulando el proceso de un parto. La camisa tenía unas medidas bastante grandes. Antiguamente se utilizaba una vara para medir las telas. La vara castellana medía unos 83 cm., por lo que 11 varas eran más de 9 metros. El término “11 varas” se utilizaba como expresión de exageración, ya que una camisa de tales medidas era algo enorme.


Aburrirse como una ostra

Es frecuente utilizar esta expresión para referirnos a un aburrimiento extremo. La palabra “ostra” puede llevarnos a pensar en el molusco; pero en realidad su origen es muy distinto. Lo cierto es que se refiere al “ostracismo”, una práctica empleada en la antigua Grecia. El ostracismo era el destierro de aquellos miembros de la sociedad que se consideraban perniciosos. El sistema para desterrar al penado era una votación en la asamblea, en la que los miembros escribían el nombre de la persona a la que querían desterrar en unos trozos de cerámica llamados ostracones. Los elegidos tenían 10 días para abandonar la polis y la duración del destierro podía ser de unos 10 años. Durante este tiempo, la falta de trato con otras personas provocaba un tremendo hastío que llevaba al aburrimiento. De ahí el significado de la expresión que aún hoy seguimos utilizando.


Irse de picos pardos

Esta expresión se utiliza para indicar que alguien se va de diversión con personas del sexo opuesto, y haciendo hincapié en la posibilidad de mantener relaciones sexuales con esa persona. El origen de esta expresión hay que buscarlo en el siglo XVIII. Durante el reinado de Carlos III se dictó una ley por la cual se ordenaba a las prostitutas a coserse en el borde de sus faldas un ribete de color marrón con forma de pico, para que pudieran ser fácilmente reconocidas. A quien alternaba con estas prostitutas se le decía que iba “de picos pardos”, por esa característica de la vestimenta de las meretrices.


A buenas horas mangas verdes

Empleamos esta locución para indicar a alguien que ha llegado a destiempo para hacer algo. Esta expresión tiene su origen en el siglo XV. Durante el reinado de los Reyes Católicos se creó un cuerpo similar al de la actual Policía, que garantizaba la seguridad ciudadana. Uno de sus primeros uniformes consistía en un chaleco de piel que mostraba las mangas verdes de la camisa. Sin embargo, era tan bajo el número de efectivos de este cuerpo de seguridad que muchas veces no llegaban a tiempo para evitar los altercados que pudieran producirse, a lo cual gritaba la gente con desdén al verles llegar tarde: ¡A buenas horas, mangas verdes!


Acabar como el rosario de la aurora

Generalmente utilizamos esta expresión cuando algo va a terminar de manera desastrosa. No está muy clara su fecha de origen, pero parece ser que todo comenzó en un pueblo gaditano (Medina Sidonia o Espera, según la versión). Cierto día, durante el rezo del rosario que se celebraba antes de la salida del sol, dos cofradías enemistadas coincidieron en un paso estrecho. Entre ambos bandos estalló una trifulca de tales proporciones que hubo varios heridos y un muerto.


Cargar con el muerto

Aunque esta expresión se utiliza cuando queremos desviar la culpa de un hecho a otra persona, su significado original es un poco distinto. Parece ser que esta expresión viene de las antiguas leyes medievales, según las cuales, cuando en una localidad aparecía un cadáver de una persona con evidencias de haber sido asesinada y no se conocía al autor del crimen, todos los habitantes del pueblo tenían la obligación de pagar una sanción. Para evitar el pago, los lugareños solían ocultar el cuerpo a espaldas de las autoridades y llevarlo a las inmediaciones de otra ciudad, para que la multa la pagaran los otros vecinos.


Darla con queso

Empleamos esta frase cuando hablamos de una situación en la que una persona es engañada o timada. Tenemos que buscar el origen de esta expresión en la Edad Media, concretamente en la región de La Mancha. Muchos comerciantes iban allí a comprar vinos para después revenderlos y, como es normal, tenían que probar el vino antes de comprarlo para certificar que no estuviera picado. Sin embargo, parece ser que existía una práctica que consistía en que los vendedores agasajaban al comerciante con una cata de quesos de fuerte sabor, lo que disimulaba el mal sabor del vino de mala calidad. Muchos comerciantes de vinos inexpertos fueron timados de esta manera, de ahí que se popularizara esta expresión.



¡Y hasta aquí por hoy! ¿Qué os ha parecido? Habréis visto que me he dejado muchas expresiones muy conocidas en el tintero, pero creo que podría dejarlo para una futura entrada. ¿Os gustaría saber el origen de alguna otra expresión? ¡Espero vuestros comentarios!

domingo, 5 de junio de 2016

El arte en Los Simpson V


¡Hola a todos!

Pues hemos llegado al final de este museo del arte simpsoniano. Han sido cinco largas entradas llenas de arte y de análisis que me ha gustado mucho hacer y de los que he aprendido bastantes cosas que no sabía. Esto me ha servido para ver que las referencias al arte en Los Simpson son muchas, muy variadas y, en gran parte, prácticamente desconocidas para nosotros. Matt Groening y su equipo han hecho una labor invaluable al mostrarle al gran público un gran número de obras de arte de todos los estilos y todas las épocas para acercar el arte a los que somos legos en la materia. Es una pena que hayamos llegado al final, pero todo tiene que acabar. Y ya sin más, os invito a visitar esta última galería de arte simpsoniana.


56. Perros jugando al póker (Coolidge, 1903)

Aunque no contaba con una buena formación como artista, el talento para el dibujo de Coolidge le llevó a crear una serie de historietas para un periódico local cuando apenas tenía veinte años. Su habilidad con los lápices llamó la atención de la agencia de publicidad Brown & Bigelow, que le contrató para realizar la publicidad de una marca de cigarrillos. El resultado de ese trabajo son dieciséis cuadros al óleo sobre perros en diversas poses humanas; nueve de esos cuadros muestran a los perros jugando una partida de póker, razón por la cual se conoce así a toda la colección, aunque algunos perros hacen otras actividades, como jugar al billar o leer el periódico. La que aquí os muestro es una de las más famosas y se titula A friend in need (que se traduce como 'amigo en la adversidad'), haciendo referencia al naipe que uno de los perros le pasa a su compañero con una de sus patas traseras.




Si hay una imagen que ha gustado mucho a los creadores de Los Simpson, esa ha sido Perros jugando al póker, pues solo hay que ver la cantidad de veces que hemos podido encontrarla en varios momentos de la serie. En esta primera captura, vemos que este famoso cuadro de Coolidge forma parte de la colección de arte del señor Burns (e incluso él mismo está jugando la partida de póker con los perros).




Otra versión la hemos visto en la casa de Los Simpson. Con el objetivo de ganar el concurso de la mejor foto para ilustrar la agenda telefónica de Springfield, Bart y Lisa montan un escenario con perros que juegan una partida de póker, y estos están colocados como en el cuadro original.




La tercera versión, y tal vez la más famosa, es aquella que pudimos ver en la galería de arte macabro de Bart Simpson. Al parecer, la historia que acompañaba ese cuadro era tan terrorífica que no se les permitía emitirla. Y al ver la cara de locura de Homer, no nos extrañaría nada que así fuese.





57. Pintura de 1933 (Miró, 1933)

Es muy complicado analizar el arte de Joan Miró porque no hay palabras para describir sus cuadros. Experimentador siempre insatisfecho, Miró trataba de encauzar la excesiva espontaneidad en la fase antipictórica que precedía a estas obras. En otras palabras, quería llevar su arte por una vía más conceptual, liberándola de cualquier experiencia visual. Y aunque Miró trató por todos los medios de desvincular su obra de la sospecha de facilidad, ya en su época fue incomprendida y poco admirada.




Este cuadro de Miró fue el que Lisa escogió para ver por última vez antes de que su cerebro empezara a involucionar al estilo de los Simpson (aunque más tarde vimos que eso solo les pasaba a los varones de la familia). Lisa se queda embelesada mientras contempla este cuadro, e incluso trata de explicarle al guardia de seguridad las emociones que le suscita... antes de enterarse de que fue el propio guardia el que ha pintado el cuadro, pues guarda el original en su casa.





58. Puente sobre laguna de lirios de agua (Monet, 1899)

Este cuadro, al igual que otros muchos cuyo tema principal son los nenúfares o lirios de agua, fue pintado en la ciudad de Giverny, lugar que no está lejos de París, donde Monet compró una casa para su familia y creó un hermoso jardín que convirtió en su paraíso particular. Llenó el estanque de plantas acuáticas que distribuyó a su gusto, según el color de cada flor, pues así planificaba los motivos de sus cuadros. Para crear esta atmósfera oriental (este cuadro también es conocido con el nombre de Puente Japonés), Monet seleccionó un diverso número de nenúfares, lirios de agua, peonías y sauces para enmarcar el puente que atraviesa el estanque. En el cuadro, Monet hace gala de un extraordinario dominio de la luz y el color. Brochas bien cargadas de pintura contrastan con pequeñas pinceladas formando un conjunto muy bello, luminoso y placentero.




Durante la alucinación de Bart sobre su estancia en Francia, hemos podido ver también una representación de este hermoso cuadro de Monet, como podéis ver en la captura de pantalla.





59. Relatividad (Escher, 1953)

De nuevo M.C. Escher vuelve a ser homenajeado en la serie. Para esta ocasión, los dibujantes se han decantado por esta lámina titulada Relatividad, en la que vemos unos edificios de los que salen hombres en todas las direcciones. Las escaleras son las que marcan la relatividad a la que hace referencia el título de la obra, pues en un mismo tramo de escalera puede haber dos personajes que, aun colocados en el mismo sentido de marcha, uno sube y el otro baja, lo cual para nosotros es imposible. En el universo creado por Escher, varias dimensiones convergen, se unen, se mezclan. Diferentes personas comparten una vivienda sin enterarse en absoluto de la existencia de quienes se rigen por otro eje gravitatorio.




En Los Simpson se ha homenajeado varias veces a Escher utilizando sus cuadros para ilustrar diversas situaciones en la serie o en la película. Sin embargo, la obra Relatividad ha sido representada en uno de los gags del sofá. La familia Simpson viene de varias direcciones y se reúne en el sofá para ver la televisión.





60. Retrato de un hombre joven (Rafael, 1514)

Lamentablemente, a día de hoy sigue sin aparecer esta hermosa pintura realizada por Rafael Sanzio y tenemos que conformarnos con verla en láminas e ilustraciones, ya que el original sigue desaparecido. Fue visto por última vez en 1945, año en el que todavía constaba como una de las piezas de arte que formaban parte de la colección privada de Adolf Hitler. El cuadro, posiblemente un retrato de Francesco Maria della Rovere, es una muestra de la influencia florentina del artista, lo que se puede ver en la pose del retratado y en la forma piramidal que adquiere su cuerpo, muy propia del arte renacentista. La expresiva mirada del joven también se ha visto en otros cuadros de Rafael, como el conocido La Fornarina. Es una pieza de incalculable valor y su búsqueda continúa.




¿Y dónde se podría encontrar este cuadro perdido de Rafael? Pues en Los Simpson se sigue la idea de que formaba parte de la colección de cuadros que los nazis expropiaron y que posteriormente el Escuadrón del Pez Volador rescató. Sin embargo, la tontina que organizó el escuadrón habría de mantener los cuadros a buen recaudo en una caja fuerte, hasta que apareció el legítimo dueño de las obras para reclamarlas.





61. Retrato de la madre del artista (Whistler, 1871)

Este famoso lienzo del pintor estadounidense James Whistler es uno de los cuadros más famosos del mundo, tanto por su sobriedad como por el magnetismo de la imagen. Tal vez el tratamiento del color, una armonía entre el negro y el gris, haya sido el causante de esa impresión; o tal vez haya sido la economía de medios utilizados para su realización, lo que nos da una idea de su austeridad. Lo que es innegable es que es un retrato limpio y bello de la madre del artista, Ana Matilda, que posa con suma elegancia y dignidad ante su hijo. Apenas hay elementos decorativos en la escena que puedan eclipsar la imagen de la venerable mujer. Tan solo una estampa del Támesis, tema muy frecuente en las láminas grabadas o pintadas por Whistler.




Obviamente, el cuadro que aparece en esta captura no es igual que el cuadro original del que hemos hablado. Sin embargo, es evidente que los dibujantes se han inspirado en el cuadro para hacer su propia versión. Como podéis ver, el parecido es notable.





62. Lámina sin título (Rothko, 1953)

Hablar de expresionismo abstracto es dar pie a comenzar un debate acerca de la consideración de las obras propias de este estilo como verdadero arte, siempre comparándolas con otros cuadros más clásicos de otros períodos históricos. Pero la obra pictórica de Rothko siempre provoca interés y mueve a la reflexión o, por lo menos, nos hace plantearnos la peculiar visión del arte del autor. El cuadro que nos ocupa alterna los colores amarillo, rojo y azul, siendo dominante este último. Rothko describía su arte como algo que vivía y respiraba, aunque también afirmaba que, ante sus obras, callar era bastante acertado. Rothko tenía el convencimiento de que había que dejar al espectador que buscase un significado a su obra en vez de ofrecerle una explicación de antemano. Por esa razón, el cuadro de Rothko no tiene una explicación objetiva, pues dependerá en cada caso de la persona que lo contemple.




Cualquier representación simpsoniana de un cuadro abstracto puede ser un homenaje o pura invención (o malinterpretación de los fans). Sin embargo, es curioso el gran parecido que tiene la pintura que se ve detrás de los trabajadores del museo y el cuadro de Rothko.





63. Suprematismo Dinámico (Malévich, 1916)

El suprematismo fue un movimiento artístico centrado en la representación de figuras geométricas, y el creador y máximo exponente de este movimiento fue Kazimir Malévich. El nombre de suprematismo procede de la palabra "suprimir"; la esencia de la obra debe estar presente en la propia obra. La idea era romper radicalmente con el arte clásico. No se buscaba transmitir un mensaje social, sino representar un mundo sensible cuyo lenguaje fuera traducido a través de cuadrados, rectángulos, círculos y triángulos de diversos colores. La visión de esta combinación de formas geométricas causa tensión, una especie de estrés visual que motiva al espectador a querer enderezar las figuras.




Tengo serias dudas acerca de la verdad en la inspiración del cuadro de Malévich para crear esta representación en el Museo Springsonian, pues vemos que el cuadro original no se parece mucho a esa lámina azul con un rectángulo naranja en el centro. Sin embargo, algunos han creído que sí ha habido inspiración. Eso lo dejo a vuestro juicio.





64. Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte (Seurat, 1884-86)

La isla de la Grande Jatte, que durante muchos años fue un sitio industrial reconvertido en unos hermosos jardines públicos y un conjunto residencial, quedó hermosamente retratada por Seurat en esta conocidísima obra maestra del puntillismo. Seurat dedicó dos años a pintar el cuadro, concentrándose escrupulosamente en el paisaje del parque. Puso especial cuidado en el uso de la luz, las formas y del color. La técnica pictórica empleada fue el puntillismo, que consiste en la creación de figuras mediante puntos de diversos colores que, a través de la ilusión óptica, forman una figura coherente en el ojo del espectador.




Esta maravillosa obra de arte ha tenido su representación simpsoniana, demostrando que su autor es todo un artista, pues fue nada más y nada menos que Barney Gumble el que pintó esta hermosa escena en una servilleta. Es una pena que Moe rechazara su dibujo sin siquiera mirarlo...





65. Tiranosaurio contra Triceratops (Knight, 1927)

Los dinosaurios ocupan un lugar de honor dentro de la cultura moderna, pues han causado la fascinación de niños y adultos. De todos los dinosaurios cuyos restos han sido descubiertos y estudiados, el Tiranosaurio Rex se ha convertido en el favorito de muchos, el rey de todos los dinosaurios. En el cine ha sido frecuente verle entablando batalla con el Triceratops, y uno de los modelos que se han utilizado para las adaptaciones fílmicas de esa lucha ha sido esta obra de Charles Knight, que representa con sorprendente realismo a estos dos extintos animales a punto de enzarzarse en una pelea.




Este cuadro tan peculiar hemos podido verlo en la cabecera de la cama del pequeño Homer Simpson. Como veis, es prácticamente idéntico al original.





66. La Dogana, San Giorgio, Citella (Turner, 1834)

Cuando Joseph Turner viajó a Italia, quedó prendado de la hermosa y plácida Venecia, cuyos legendarios canales inmortalizó en muchas de sus obras pictóricas. A diferencia de sus pinturas de Roma, las impresiones de Turner sobre Venecia no se centran en las ruinas antiguas o el pasado histórico, sino que exploró la bella combinación de agua, luz y arquitectura renacentista. El cuadro que aquí os presento invita al espectador a la calma, a la tranquilidad y a dedicar unos momentos a disfrutar del amable paisaje veneciano que él supo representar con indudable maestría.




Durante el paseo de Homer y Marge por el Museo Springsonian, una de las obras que se detienen a comentar es precisamente este cuadro de Joseph Turner, cuyas preferencias pictóricas, como explica Marge, estaban orientadas a la representación de canales venecianos.





67. Washington cruzando el Delaware (Leutze, 1851)

Se muestra en este cuadro al comandante del Ejército Continental, erguido y audaz junto a la proa del bote, navegando las aguas del río Delaware en la noche de Navidad de 1776. Meses antes se había firmado la Declaración de Independencia en Filadelfia, pero durante los meses de otoño el general Washington encabezó un ejército acosado por las deserciones, las derrotas acumuladas y la desmoralización. Este cuadro, en realidad, eleva demasiado un episodio menor de la Guerra de la Independencia. La obra de Leutze, como el resto de sus trabajos, combina la información cuidadosamente recabada con un estilo dramático y minucioso.




Esta imagen de George Washington también tuvo su correspondiente representación simpsoniana, concretamente en un libro de texto de Bart Simpson. Sin embargo, como es habitual en Bart, en vez de estudiar la vida de tan ilustre personaje, se dedica a dibujarle aviones disparando y monstruos marinos.





68. Autorretrato con sombrero de fieltro gris (Van Gogh, 1887-88)

No era fácil en esta época la situación de Vincent Van Gogh. El artista no soportaba la vida en París. Su deseo era marcharse al sur, a Arlés, donde tenía la intención de crear su Japón del Sur. En su mente persistía esa idea de la huida, lo que se puede ver en los autorretratos que realizó en estos años. En estos autorretratos, Van Gogh se representa con la misma expresión de preocupación, en la que se puede intuir cierta serenidad. El rostro, realizado con pequeñas pinceladas que rondan su cabeza y se se insertan en su rostro y su chaqueta, recuerda mucho al estilo puntillista de Seurat.




Hallamos este cuadro entre otras obras de arte de Van Gogh que van en el camión que vemos en la captura de pantalla. Como se puede ver, el retrato del artista destaca por encima del resto de cuadros.





69. George Washington 'Lansdowne Portrait' (Stuart, 1796)

El retrato Lansdowne es uno de los retratos del presidente Washington más icónicos que existen. La pintura está llena de simbolismo que relaciona los Estados Unidos con el antiguo Imperio Romano. George Washington posa, vestido de negro, a la manera de un orador ante unas columnas dóricas y un escritorio con su respectiva silla, muebles en los que se pueden distinguir motivos de fasces y de águilas doradas (símbolo característico de la antigua Roma). La espada de Washington es más un adorno que una verdadera espada de batalla, pues es un símbolo del gobierno democrático. Los libros que hay bajo la mesa tienen títulos que hacen referencia tanto a las dotes como líder del presidente como a la nueva forma de gobierno constitucional americano. El papel y la pluma sobre la mesa representan el mandato de la ley. Y el arcoiris que se ve en la esquina superior derecha del cuadro simboliza el fin de la Guerra de la Independencia y marca el inicio de una nueva era de paz y prosperidad.




No es la primera vez que aparece George Washington en Los Simpson, aunque es posible que en esta captura a más de uno se le haya escapado, pues el cuadro del fondo no es demasiado grande. No obstante, se reconoce inmediatamente al personaje.





70. Guernica (Picasso, 1937)

Es posible que este lienzo de Picasso sea uno de los más famosos del siglo XX, tanto por ser una de las mayores representaciones del Cubismo como por el polémico tema que trata: el sufrimiento que inflige la guerra a los seres humanos. El Guernica es un cuadro que está repleto de símbolos, que van desde las figuras que pueblan el cuadro hasta los colores con los que ha sido pintado, en un riguroso blanco y negro. Son muchas las opiniones que han suscitado los personajes del cuadro: El toro, símbolo de la brutalidad y la oscuridad; la paloma, que puede ser símbolo de la paz rota o de la destrucción de las artes; la bombilla, símbolo de la ciencia que se vuelve contra sí misma; o el hombre implorando, que expresa el deseo de que la guerra y la barbarie terminen de una vez.




Dos han sido las representaciones del Guernica de Picasso en Los Simpson. Una de ellas ha sido este homenaje que el matón Nelson Muntz ha grafiteado en un muro, poniendo como protagonistas del cuadro a sus propios profesores.




Otra versión, esta vez sin cambio alguno respecto al original, la hemos visto en manos de Otto, el conductor de autobús, quien robó el cuadro de Picasso durante un apagón que sufrió Springfield.




¡Y hasta aquí la galería de arte de Los Simpson! Espero que os haya gustado mucho y que me deis vuestra opinión. ¿Qué obra de arte os ha gustado más? ¿Y cuál es la que menos? ¿Me he dejado alguna obra que os gustaría haber visto aquí reseñada? Estoy abierta a todos vuestros comentarios!