jueves, 26 de noviembre de 2015

Crónicas Viajeras: Granada, la bella


¡Hola a todos!

Pues, como he dicho en el post anterior, voy a contaros cómo ha ido mi viaje a Granada, que ha sido uno de los más bonitos que he tenido el placer de realizar. Hacía mucho tiempo que tenía ganas de visitar las tierras sureñas de España. También ha sido mi primera vez en Andalucía, y me alegro de decir que he entrado con buen pie, visitando una de las ciudades más hermosas del país. En principio yo no tendría que ir a Granada para nada, pues la que tenía que ir era mi amiga Andrea, que tenía que asistir a un congreso; yo iba de acompañante o, como dicen las abuelas, de "pendoneo" (aunque me he portado bien, ^^*).

Pero, ¿para qué os lo voy a contar ahora si puedo explayarme como si esto fuera un diario?

Pues eso, ¡espero que os guste leer mis aventuras en tierras granadinas!

¡Vamos allá!



Día 1

Empezamos con la parte durilla, que ha sido toooodo el viaje de ida. ¡Madre mía, qué viaje más largooo! Yo ya sabía que Galicia y Granada estaban en esquinas opuestas de la península, pero nunca me imaginé que el viaje pudiera hacerse tan largo. ¡Once horas me he tirado en el coche con mi amiga Andrea y su novio! Pero bueno, al final llegamos a Granada y nos instalamos en el apartamento que habíamos alquilado.

Este primer día no ha dado tiempo a nada, pues sólo salimos del apartamento para hacer la compra y volver, ya que estábamos cansadísimos. Así que, cenita rápida y a dormir.



Día 2

¡Día espectacular, porque fuimos a ver la Alhambra! Como somos muy pros, decidimos pasar del coche y del transporte público y nos lanzamos a la caminata de dos kilómetros hasta llegar a la Alhambra. Después de dar muchas vueltas y de subir una cuesta que parecía interminable, por fin llegamos a la Alhambra. Al principio todo era confuso in my mind, porque había mucha gente pululando por los alrededores y no se sabía quiénes entraban ni quiénes salían de la Alhambra, así que tuvimos que buscar la cola correspondiente. Después de esperar unos minutos, cogí mi entrada con gran alegría y entré en la Alhambra dando saltitos.




Y es que no es para menos. Todos sabéis cómo es la Alhambra: habéis visto fotos, habéis leído sobre ella, alguien os lo ha contado... Pero verla, pisarla, contemplarla en todo su esplendor... No hay palabras para describir esa sensación, esa emoción que te embarga por dentro. A lo mejor os puedo parecer una exagerada, pero para alguien como yo, que ha estudiado Historia, que se ha sentido fascinada por el Arte... os podréis dar una idea de cómo latía mi corazón en ese momento.

La Alhambra es un lugar fascinante que se presta a todo tipo de fantasías románticas (entendiéndose como perteneciente a la corriente literaria del Romanticismo). Es imposible no pasear por sus salas, patios y habitaciones sin rememorar algún pasaje de los Cuentos de la Alhambra, novela escrita por Washington Irving en 1829. Si no conocéis esa obra, siempre podéis dejaros llevar por vuestra imaginación, cerrar los ojos y pensar qué historia se podría haber forjado en el interior de la Torre de las Infantas o en el Patio de los Leones. Pues visitar la Alhambra se presta a eso y mucho más. ¿Qué puede ser más hermoso que pasear por los Palacios Nazaríes, construidos para asegurar el retiro y disfrute privado de los sultanes de Granada? ¿Cómo se puede expresar la emoción que supone tener a un palmo de nuestras narices el hermoso alicatado de las paredes o los exquisitos mocárabes de yeso que parecen caer del techo como estalactitas? ¿O las albercas, acequias y fuentes que hallamos en cada patio, mostrando la predilección que los nazaríes sentían por el agua? No, no hay palabras para describir tanta belleza.




El resto del día se fue en comer, callejear un poco y pasarse por el Hotel Nazaríes, donde se celebraba un congreso de Psicología. Aunque no soy psicóloga, he podido entrar como oyente y presenciar algunas conferencias muy interesantes, que me podrían servir en un futuro para elaborar los caracteres de posibles personajes de mis novelas. Así que, estad atentos.



Día 3

Seguimos con la visita a la hermosa Granada, esta vez por la zona urbana. En el centro neurálgico de la ciudad, junto a la Catedral, se encuentra la Capilla Real de Granada, lugar donde se encuentran enterrados los Reyes Católicos, Juana la Loca y su esposo, Felipe el Hermoso.




La Capilla es uno de los recintos sacros más bonitos que jamás he visto, con ese magnífico retablo mayor y el dominio absoluto del dorado. Las tallas policromadas eran magníficas, aunque había alguna francamente tétrica, como la de la decapitación de San Juan Bautista o el martirio de San Juan en la olla (ay...). Aunque todo queda eclipsado ante la verdadera atracción de la Capilla, que son los sepulcros de los Reyes Católicos y sus sucesores, Juana la Loca y Felipe el Hermoso. Los féretros se encuentran en una cripta subterránea, incluido en del infante Miguel de Portugal, nieto de los Reyes Católicos, que murió siendo niño.

En una sala anexa se encuentra el museo de la capilla, con objetos tan valiosos como diversas pinturas de la época, varias piezas de orfebrería, estandartes, los objetos de rezo de Isabel I, la corona y el cetro de la reina Católica, la espada del rey Fernando, diversos estandartes y vestiduras de los reyes. Todo era muy hermoso, pero me pareció un poco mal que no se pudieran sacar fotos en el recinto. Me habría gustado tener una foto de la corona de Isabel la Católica...




Más tarde, seguimos de paseo por Granada. Esta vez volvimos a pasar muy cerca de la Alhambra, concretamente por el Paseo de los Tristes, una calle empedrada paralela al río Darro en donde el tiempo parece haberse detenido. Este lugar fue homenajeado por el grupo español Mägo de Oz en su canción El Paseo de los Tristes, en la que cantan sobre un amor desdichado entre una doncella cristiana y un joven musulmán. Pero lo cierto es que su nombre viene por otro motivo: Antiguamente por allí pasaban los cortejos fúnebres que se encaminaban al cementerio que había junto a la Alhambra.

Por el camino iremos viendo diversos palacetes de los siglos XVI y XVII, el puente de Chirimías y el del Aljibillo y algunos baños árabes muy bien conservados. Al final del paseo se puede subir por dos cuestas, la del Chico o la del Chapiz, aunque por aquí ya no fuimos porque yo, que soy muy lista, llevaba botines de tacón y así era imposible caminar. Pero vamos, que lo más bonito lo he visto, ^^*






Día 4

Más que día, debemos decir tarde, porque me levanté tardísimo y me pasé gran parte de la tarde asistiendo a conferencias de Psicología. El día también se vio un poquito afeado por una tenue llovizna que estuvo a punto de echar al traste mis planes de salida nocturna. Y es que llevábamos tres días en Granada... ¡y no habíamos salido ni una sola vez a tomar algo o zamparnos una tapa! Eso no podía ser. Yo no podía irme de Granada sin comerme un par de tapas (y comprarme un corsé de estilo gótico muy bonito... ¡Pero esa es otra historia!), así que convencí a mis amigos para salir esa noche un rato.




Después de una hora dando vueltas, ya que no teníamos muy claro a dónde ir, nos metimos en un lugar un tanto... paradójico. Me explico. ¿Os acordáis de aquel capítulo de Los Simpson en el que van a Tokyo, y Homer sugiere que vayan a comer a un restaurante llamado Americalandia? Pues esto fue igual, porque fuimos a parar al bar Rías Altas; un bar gallego, para entendernos. 

El segundo lugar al que fuimos lo encontramos en pleno centro de Granada: un sitio llamado Bib-Rambla, decorado en un estilo Art Déco realmente encantador, con madera, mármol, dorado y vidrieras de colores. Creo que el Bib-Rambla tiene ya sus añitos, o tal vez fue mi impresión, porque estar allí dentro era como regresar a los años 20 ó 30 (si hubiera aparecido el Gran Gatsby, a mí no me habría extrañado nada). Bueno, el caso es que nos pareció el sitio idóneo para otra tapa. Y la elegida por mí ha sido una buena tapita de queso manchego con aceite de oliva y unas aceitunas verdes para acompañar. Adicta como soy al queso (me gustan todos, en serio), ya os podréis hacer una idea de lo mucho que me ha gustado, ^^*.






Día 5

Pues este día ha sido igual que el primero, en el sentido de que tocaba despedirse de Granada y regresar a casa. Es decir, otras once horas de carretera. Lo bueno es que esta vez el viaje me ha resultado más llevadero. Puede ser porque el viaje tocaba a su fin y volvía a mi tierra; ya sabéis cómo somos los gallegos con la morriña. Me ha gustado mucho ir viendo el paisaje de las dos Castillas y compararlo con el que tanto conozco; sé que las comparaciones no son buenas, pero no puedo evitarlo. Como tampoco he podido evitar sentir cierta emoción al pasar Ponferrada y ver nieve (¡nieve!) en las montañas. Frío, lluvia, niebla... era lo que me esperaba a mi regreso. Bendita sea la morriña, ^^*.



¡Y nada más! Este ha sido mi viaje a Granada, que algún día me gustaría repetir si tengo la oportunidad. Ha sido un privilegio para mí poder ver una tierra tan bonita y llena de historia, y poder presenciar maravillas arquitectónicas como las que hay allí. ¿Adónde me llevará la vida en mi próximo viaje?

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