martes, 17 de febrero de 2015

Vagando por la Historia: El amor


El amor es una construcción cultural y cada período histórico ha desarrollado una concepción diferente del amor y de los vínculos que habían de existir entre los miembros de una pareja. El amor es una manifestación de atracción física y personal entre dos personas que no pueden evitar atraerse entre sí, bien por instinto sexual o por compartir una serie de rasgos afines que les unen.

Pero amor y matrimonio no siempre fueron conceptos que iban de la mano. El amor tal y como lo concebimos hoy en día es el resultado de siglos de cambios y luchas contra el sistema establecido. El amor no siempre ha sido considerado como un sentimiento hermoso y bello; más bien todo lo contrario, pues en ocasiones adquiría los rasgos propios de una enfermedad. Otras veces, el amor era un término para definir el acto sexual, y se concebía como la manifestación de la voluptuosidad física, de la pasión; por lo tanto, era despreciado por la moral por tratarse de una especie de desviación.

Hoy vamos a echar un vistazo a las diferentes concepciones que se tenían del amor y del matrimonio a lo largo del tiempo, para que podáis comprobar lo mucho que han cambiado las cosas en la Historia del ser humano.


Egipto

En el antiguo Egipto, el concepto de matrimonio era bastante parecido al que tenemos hoy en día. Consistía en un contrato que se redactaba en pie de igualdad entre el hombre y la mujer. A diferencia de lo que ocurrirá posteriormente en otros lugares y épocas, la mujer no era una mercancía que se pudiera comprar ni negociar con sus familiares varones, sino que se la consideraba capaz para casarse con quien quisiera, administrar sus propiedades e incluso divorciarse sin mayor problema. En el caso del sexo prematrimonial, los egipcios vuelven a ser más avanzados que otras civilizaciones, ya que era algo que estaba aceptado tanto para el hombre como para la mujer. De hecho, en el momento de firmar el contrato matrimonial, no pasaba nada si uno de los contrayentes ya tenía hijos, fuesen estos legítimos o no. Para los egipcios, el sexo era tan propio de la condición humana que no merecía grandes consideraciones. Lo único que importaba era la fertilidad y la capacidad para procrear.


Grecia

En la antigua Grecia, la mujer carecía de derechos políticos. Su vida estaba orientada hacia su principal función biológica: tener hijos, preferentemente varones. Recibía una educación básica en casa, y al cumplir los trece años sus padres empezaban a buscarle un marido. La muchacha recibía una dote destinada a protegerla en caso de que su matrimonio fracasara por cualquier motivo. Tras la boda, la esposa pasaba prácticamente toda su vida en el gineceo, el ala de la casa que le correspondía, donde se ocupaba del hogar y de la crianza de los hijos. El amor entre los esposos no tenía cabida en la mentalidad griega. Se podía dar entre ellos una especie de cariño, pero la pasión quedaba fuera de la institución familiar. La esposa acudía a la cama de su marido cuando éste la requería; si no, el hombre podía recurrir a las esclavas o concubinas y, en caso de no poder permitírselo, siempre podía recurrir a los servicios de las prostitutas.


Roma

La fascinación que ejercía la cultura griega en Roma hizo que gran parte de sus costumbres fuesen tomadas y adaptadas a la sociedad romana. En lo que al matrimonio se refiere, la mecánica era similar a la griega. La boda era concertada, generalmente alrededor de los diecisiete o dieciocho años, por el pater familias, que entregaba una dote a la muchacha. El padre o tutor cedía sus derechos sobre la novia al marido, y la dote era la garantía económica de la futura esposa. Se esperaba que la mujer cumpliera el papel de la perfecta matrona romana: concebir hijos varones y ejercer de abnegada esposa, completamente supeditada a su marido. Sin embargo, las mujeres sí tenían derechos de ciudadanía. Podían salir a la calle sin necesidad de ser acompañadas por un hombre, acudir al teatro, ir a algún banquete e invitar a las amigas. En el plano sentimental, se consideraba que el matrimonio tenía como objetivo perpetuar el linaje y forjar alianzas provechosas entre familias. En ese aspecto, que el marido amara a su esposa no era algo para tomarse en serio. Por otra parte, la proliferación de esclavos domésticos en las casas de las familias pudientes hizo posible la multiplicación de los encuentros sexuales, tanto por parte del marido como de la esposa.


Edad Media

En la Edad Media, la condición de la mujer sigue sin cambiar demasiado. La boda entre los contrayentes es pactada por sus padres, que son los que fijan la dote de la muchacha y reciben una cantidad estipulada por parte del novio en concepto de "compra" del poder sobre la mujer. El concepto de amor tampoco cambia demasiado. Según los preceptos del antiguo cristianismo, el matrimonio obliga a los esposos a amarse, pero con un amor que se asemeja más al cariño o el compañerismo; de igual forma, las relaciones sexuales entre los esposos deben encaminarse única y exclusivamente a la procreación. El amor era un sentimiento que se concebía como pasión e instinto, y no era recomendable por los estragos que causaba en el "afectado": ojeras, palidez, pérdida del apetito, insomnio... En esta época aparece también el concepto de "amor cortés", una concepción platónica y mística del amor que era secreto y en muchos casos implicaba también el adulterio. Los hijos bastardos eran muy comunes en la Edad Media. La prohibición de mantener relaciones previas al matrimonio y el atractivo de la dote empujaban a los esposos a casarse muy jóvenes, pero esto suponía muchas veces un fracaso del matrimonio. La represión sexual eclesiástica, lejos de asegurar el carácter sacro del matrimonio, contribuyó a que se hicieran más frecuentes las relaciones ilícitas y, por tanto, la proliferación de hijos ilegítimos.


Edad Moderna

Entre los siglos XVI y XVIII continuaban existiendo de forma simultánea el matrimonio de conveniencia y el amor romántico no sexual (similar al amor cortés medieval). El amor romántico existía, pero era mucho menos importante y frecuente. Se leían historias románticas, muchas con origen en la Edad Media, pero la gente no pensaba en casarse por amor. Tampoco se concebía como aceptable el divorcio sólo porque no sintieran atracción por la pareja. La base fundamental era la familia, no el amor. La razón principal del matrimonio era la de crear una unidad económica que protegiera al individuo. Sin embargo, poco a poco y gracias a los constantes cambios que se dieron en esta época, cambió la concepción del amor y el matrimonio. El amor romántico pasó así de ser algo marginal a ser algo fundamental.


Edad Contemporánea

A finales del siglo XVIII y principios del XIX se da todavía el modelo de familia tradicional, con su división de roles. La mujer es una especie de menor de edad víctima de las emociones propias de la debilidad de su sexo, cuya única meta en la vida es concebir y criar a sus hijos. Oficialmente, el sexo se circunscribe al ámbito del matrimonio. Pero a pesar del poder del varón en la sociedad imperante, las cosas empiezan a cambiar. La sociedad se va transformando y el modelo clásico estamental queda obsoleto. El romanticismo representó un movimiento ideológico durante la primera mitad del siglo XIX que puso en primer lugar las fuerzas irracionales, la intuición, los sueños, el instinto y la pasión amorosa. Se produce un cambio de mentalidad: nace el hombre moderno, se demanda libertad y derechos universales, se confía en la racionalidad científica y se tiene fe en el progreso humano. Esta búsqueda de libertades afectará también a la mujer, que empezará a buscar el matrimonio por amor. Empieza en Europa a florecer el concepto de amor romántico, favorecido también por el desarraigo que provoca la emigración a las ciudades para trabajar en las fábricas. Casarse ya no supone ligarse a una comunidad mediante un vínculo, sino que adquiere un sentido más personal e íntimo. El amor romántico supone para la mujer un modo de adquirir autonomía, pues legitima el matrimonio por amor y le ofrece una vía para alcanzar la felicidad y la realización personal.


Actualidad

En la actualidad, aunque aún persisten en determinados países las uniones de pareja concertadas (China, la India), este modo de unión matrimonial tiende a desaparecer. Vivimos en el apogeo del amor romántico, pues la práctica totalidad de la población afirma que no se casaría con una persona si no estuviera enamorada de ella. Gracias al desarrollo económico y social del entorno, las personas valoramos más los aspectos subjetivos que los prácticos, motivo por el cual se reforzará la importancia del amor pasional como criterio y requisito para elegir pareja. Actualmente, la gente quiere estar enamorada de la persona con la que se casa. Los matrimonios arreglados son anecdóticos y son más propios de los países menos desarrollados y con relaciones sociales desiguales y jerarquizadas. En los países occidentalizados más desarrollados e individualistas, con relaciones sociales más igualitarias, aumenta la importancia del amor como requisito para la formación de una pareja.


2 comentarios:

  1. Muy buena y esclarecedora entrada, Laura. Como siempre, aprendo cosas que no sé. La verdad es que como historiadores, amamos tanto tal o cual época que quisiéramos viajar en el tiempo o haberla vivido, pero no siempre nos paramos a pensar en el drama que suponía para mujeres (y hombres) amar y casarse. Y lo que ha evolucionado el ser humano en cuanto a eso y al machismo...

    Mis felicitaciones!! :)

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    1. ¡Muchas gracias, como siempre! Siempre es un placer para mí poder ayudarte a aumentar conocimientos, aunque sea sólo un poquito. Una de las cosas que siempre he deseado tener era una máquina del tiempo para poder viajar al pasado (como una de esas películas de saltos temporales) y ver cómo eran las cosas antiguamente. Pero creo que una de las cosas que me resultarían más insoportables es precisamente ese gran cambio de mentalidad: esa concepción tan rígida del comportamiento de un hombre y de una mujer, que no deja espacio para la manifestación de los sentimientos, para mostrar algo tan natural y necesario como es el amor. Aunque puede que nuestra época no sea tan "atractiva" como otras más antiguas, hemos de dar gracias por vivir en un mundo en el que ninguno será casado contra su voluntad, ^^U.

      Gracias!! Un beso!!

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