No suelo engancharme rápidamente a una
serie. Por lo general, le doy mil vueltas antes de ponerme a verla.
Algunas veces, sobre todo por pereza, me pierdo cantidad de cosas
buenas que ponen en televisión. Tengo que reconocer que, hoy en día,
la oferta de series es de lo más variada y es difícil no encontrar
una que me guste aunque sea un poco.
Pero todo yin tiene su yang, y a mí me
pasa lo mismo con las series. No hay nada que me fastidie más que
darle una oportunidad a una serie que me han metido cientos de veces
por los ojos y quedar completamente decepcionada. La verdad, es un
palo no compartir el entusiasmo de cientos de telespectadores que
intentan meterte en su mundo y tú, por lo que sea, no acabas de
entrar porque no puedes.
En el post de hoy, voy a hablar un poco
de esas grandes series de las que todo el mundo hablaba maravillas,
me las vendían como lo más de lo más… pero a las que yo no
terminé de cogerles el punto.
7. Héroes
Vi esta serie por primera vez en la
MTV, que la ponía los jueves por la noche, y decidí darle una
oportunidad porque todo el mundo decía que era una pasada. El
argumento va de una serie de personas que, por alguna razón
desconocida, empiezan a desarrollar superpoderes de la hostia. A
medida que vemos cómo se van acostumbrando a utilizar esos nuevos
dones, también somos testigos del motivo por el que ellos han sido
elegidos para tener esos poderes.
La primera temporada es muy buena, no
lo niego. El argumento me parecía bastante interesante y original
dentro de lo que cabe. Además, los giros son constantes,
sorprendentes. Nunca sabes por dónde va a tirar la historia.
Pero acaba esa temporada, vienen todas las demás y todo se va al garete. Las idas de olla empiezan a ser el
plato principal de cada capítulo, y había tantos cambios que ya me
perdía. Poco a poco se va transformando en una serie lenta, aburrida e improvisada, con un argumento que se nota que está adaptado a las exigencias de la audiencia. Por no hablar de que es una serie pensada para seguirla cada
semana, porque si te saltas un capítulo te pierdes mogollón de
detalles importantísimos.
Al final, acabé dejándola por
aburrimiento. No me llamaba la atención tanto como al principio, así
que pasé de seguir viéndola y ni siquiera me la descargué para
acabarla.
6. Roma
¿¿¿Quéeeee??? ¿¿Esta tía va a
criticar Roma?? ¿¿La sacrosanta Roma?? ¡Traición!
¡¡Blasfemia!! ¡¡Que le corten la cabeza!! ¡¡Que la quemen hasta
que no queden sus cenizas!!
Sí, ya sé que esto es lo que muchos
estaréis pensando. Pero, en fin, tengo mis motivos para detestar
esta serie tan popular, que ha marcado un antes y un después en la
forma de representar la Historia en la pequeña pantalla.
Empecé a ver Roma porque nos la
habían recomendado en la facultad. Me acuerdo de que mi profesor de
Historia de Roma estaba emocionadísimo y con la libreta en la mano
para pillar todos los detalles históricos que la serie se iba a
pasar por el forro, para despacharse a gusto. Esperaba encontrar un
relato espectacular sobre la historia de Roma, y esto fue lo que vi:
Unos escenarios impecables, un vestuario perfecto y acorde con la
época, un libreto histórico bastante plausible, personajes que
utilizaban un lenguaje que bien podría haberse usado en aquellos
tiempos… pero un argumento infumable basado constante y
obsesivamente en el sexo.
Y es que Roma es eso: Sexo, sexo
y sexo. Por cada escena de batalla, hay tres de sexo. ¿No sabemos
qué escena poner aquí? Pues poned una de gente dándole al mete
saca. No dejan pasar cinco minutos sin que le veamos las peras a una
matrona romana o a una pareja follando sin venir a cuento. Se echan polvos a todas horas, en cualquier momento y en cualquier lugar. Da igual si es un matrimonio o una violación; el caso es mostrar tetas en pantalla.
Así que lo que me cansó de Roma
fue el fornicio. Si me hubieran dicho que iba a ver una serie porno,
pues hasta le habría dado un voto de confianza. ¡Coño, es que
vamos a ver porno! Pero como me la han vendido como lo que no era, no
me queda más remedio que rechazarla de plano.
5. Misfits
Con Misftis me pasó un poco lo
mismo que me ocurrió con Héroes y, ahora que lo pienso, los
argumentos son parecidos. Lo cierto es que la publicidad la
promocionaba como Skins + Héroes, y de ahí podía
salir cualquier cosa. Como Skins me gustó mucho, pensé que esta iba a emocionarme también.
Así que me senté a verla muy
ilusionada, pensando en la cantidad de aventuras extrañas que iban a
tener aquellos delincuentes juveniles a los que habían arrestado y
condenado a cumplir horas de servicios comunitarios. Pero algo
fallaba mientras veía la serie. Me daba la impresión de que los
guionistas no sabían muy bien qué hacer, que tenían un guión de
una página pero se les había olvidado escribir el resto y ahora se
daban prisa por meter un montón de temas por capítulo.
Porque eso es lo que Misfits da
a entender. Es una serie abarrotada, que no acabo de pillar porque
quieren meter un montón de cosas a rosca, forzando la estructura
inicial. No me habría parecido mal que dedicaran toda la primera
temporada a que los chicos utilizaran sus poderes para acostumbrarse
a ellos, y en la segunda metieran más misterio. Pero es que me ha
dado la impresión de que le metían mucha morralla nada más
empezar, sin darte tiempo a que conozcas a los personajes y empatices
con ellos.
Y de los protagonistas también hay poco que añadir. Me parecía que estaban encasillados al máximo. El gracioso sólo hace de gracioso, la puta sólo hace de puta, etc. Por lo general, el argumento era bastante predecible, salvándose algún que otro poder que sí podía ser original.
Por lo tanto, otra serie que todos
ponían por las nubes pero que a mí me volvió a producir sopor.
Nada más que añadir.
4. Anatomía de Grey
Una de las series que más detesto en
el mundo, y eso que mi capacidad de odio es reducida. Me mata esta
serie, de verdad. Salió en la televisión en pleno auge de las
series de médicos, en franca competencia con House. Y creo
que fue mi error imaginar que Anatomía de Grey iba a ser como
House, porque tal vez tenía la esperanza de que los
guionistas no iban a caer en los estereotipos de toda la vida.
Pero cayeron. Vaya si cayeron. A mi
modo de ver, Anatomía de Grey es la versión yanki de
Hospital Central. Trata de médicos que están todos súper macizos y macizas, y sus polvos, sueños sobre polvos y cosas por el estilo. Vamos, que la trama es ñoña, aburrida e irrisoria a partes iguales. Y hoy por
hoy tenemos el resultado en nuestras pantallas. Si se emite en
Divinity no es por casualidad: Es una serie para tías, en el peor
sentido de la palabra.
Al tratarse de una serie ambientada en un hospital, uno esperaría que le dedicaran tiempo al rigor médico. Una vez más nos equivocamos. No hay nada de eso en Anatomía de Grey. Los casos son surrealistas y a veces de mal gusto (recordemos a la chica que no paraba de tener orgasmos involuntarios, ejem...). Lo único que importa es lo guapo o guapa que es tal médico, sin importar nada más. Además de esto, los capítulos están aderezados con monólogos en off que no hace más que soltar moralinas sobre las cosas de la vida, esperando convertirnos en mejores personas, porque está claro que si estás en ese hospital es porque sabes mucho sobre la vida.
¡Basta, no puedo seguir! ¡A la mierda
con Anatomía de Grey!
3. Las Chicas Gilmore
Otra serie por la que muchas chicas me
matarán si pongo una palabra en su contra. Parece que existe la moda
de tildar de amargado y ruin a quien critique a las tiernas Gilmore,
pero a mí me la trae al fresco y por una buena razón. A mí la
serie me gustó, pero sólo las primeras tres temporadas. A partir de
ahí, la serie va cuesta abajo y sin frenos.
Las Chicas Gilmore es una serie
con un planteamiento muy sencillo pero resultón. Trata sobre el día
a día de una madre soltera y su hija adolescente viviendo en un
pueblecito idílico que, a pesar de ser más canijo que el Vaticano,
tiene absolutamente de todo (no me voy a parar a analizar la tasa de
paro inexistente de Stars Hollow porque me entra la risa tonta). La
verdadera magia de la serie son los diálogos rápidos, ingeniosos y
chispeantes que Lorelai y Rori mantienen a todas horas. Y a mí los diálogos me encantan,
en serio. Es maravilloso ver una serie que se centra en aspectos de
la cultura popular y que, a la vez, es inocente y apta para todos los
públicos.
Pero tiene sus peros, y el principal
pero es el declive del argumento. Como tantas series del
género, empiezan a pasar de los conflictos madre-hija para centrarlo
en las relaciones amorosas de las protagonistas, y aquí la cagan
sobremanera porque hacen incurrir a las Gilmore en errores garrafales
que son imperdonables, que no tienen nada que ver con sus bien
definidas personalidades y que te hacen soltar un juramento cuando
los ves. Al principio, uno o dos se perdonan. Pero cuando la fórmula
se repite en todas las temporadas, una ya empieza a hartarse.
Y eso fue lo que me pasó a mí. Estaba
tan harta de las idas y venidas amorosas de las Gilmore que pasé de
todo y decidí olvidarme de la serie. Sólo son potables las primeras
tres o cuatro temporadas. A partir de ahí, me parecieron mediocres.
2. Sexo en Nueva York
La serie que marcó un hito en la forma
de mostrar la sexualidad femenina fue, sin lugar a dudas, Sexo en
Nueva York. Por primera vez vimos una serie que trataba sobre
cuatro mujeres y su vida sexual y sentimental (ojo, no confundamos
los términos). La gracia estaba en las idas de olla de Carrie y el
modo de ver la vida de sus amigas Miranda, Samantha y Charlotte.
Después de unos primeros capítulos un poco confusos, la serie
encuentra su rumbo y empieza a despegar.
A mí me gustó mucho en su día. Y
digo en su día, porque cuando empecé a verla tendría unos 19 años
y me llamaba mucho la atención porque tenía detalles muy graciosos.
Pero luego volví a verla con 25 y algo ocurrió. Ya no me gustaba
tanto como al principio. La forma de actuar de los personajes no me
parecía lógica ni normal. Me aterraba ver la frivolidad con la que
se trataban varios temas, como la justificación de un adulterio o la
alegría con la que algunas neoyorquinas van a practicarse un aborto. Y lo peor es que pretende ser un modelo a seguir y clave de una época y cultura.
A medida que las temporadas van
pasando, encontramos menos momentos graciosos y más banalidades por
parte de las chicas, sobre todo de Carrie. Van de modernas y liberadas, hablando de los tíos con los que se acuestan todos los días, de zapatos, de bolsos de firma... Y, al final, para acabar
con la tonta premisa de que la única meta en la vida de una mujer
soltera, con trabajo, con éxito y con dinero es follarse a todos los
hombres que pueda hasta encontrar a aquel que la haga experimentar
varios orgasmos simultáneos, porque está claro que él va a ser su
pareja ideal y no aquel con quien tiene más afinidades de
personalidad.
Sinceramente, me parece que a los
guionistas se les fue escapando la premisa inicial y acabaron
convirtiendo a cuatro interesantes mujeres en cuatro perfectas
machistas. Una pena, la verdad.
1. Los Borgia
Y, en el puesto número 1, la serie que
muchos puntúan de un siete para arriba pero que yo no le daría más
de un cuatro. Los Borgia era una serie que prometía
muchísimo. El tema Borgia no es novedoso, pero sí que se le puede
sacar mucho jugo, así que veo lógico que cada cierto tiempo se le
haga un repaso y se ofrezca al gran público, que seguramente
agradecería más series de corte histórico.
Pero en el transcurso de la primera
temporada, fui testigo de cómo estropeaban la historia que a mí
tanto me ha fascinado siempre. No sabría explicar bien lo que
sucedía en la serie, porque todo se volvía confuso por momentos.
Daba la impresión de que los guionistas habían reunido todas las
leyendas oscuras sobre los Borgia, las combinaban con los datos
ciertos y contrastados, y hacían una mezcolanza extraña. Es como si
quisieran hacer otro Los Tudor, y se han quedado con las
ganas.
Y esto, a la larga, fue lo que destruyó
mi interés por la serie. Los protagonistas son quienes sufren estas
mezclas incomprensibles de caracteres. La relación del papa
Alejandro VI con Julia Farnese (que me parece muy mayor) es extraña
y no parece que haya conexión amorosa entre ellos. El trato de César
y Lucrecia oscila entre el amor fraternal y el cuasi incesto, dejando
todos los campos demasiado abiertos. Y, siguiendo con Lucrecia, la
han convertido en una muchacha extraña que coquetea con su hermano y
parece súper manipuladora, pero que al final no hace absolutamente
nada que merezca la pena. Los personajes no están suficientemente definidos en cuanto a motivaciones y conflictos. Es una pena, porque la verdadera historia de los Borgia daba para todo eso y más, y hacer una serie era la mejor manera de dar forma a todo ese universo de vendettas, veneno y crímenes. Pero va a ser que no...
Al final de la primera temporada,
cuando toda la familia se reúne para celebrar el nacimiento del hijo
bastardo de Lucrecia (cosa incomprensible por varias razones que no
me pararé a explicar ahora), supe que era otra serie más que se
quedaba en la papelera. Y me dio mucha pena, porque pintaba de
maravilla.
Y hasta aquí mi ranking de series que vilipendio por mil y una razones. He tratado de no ser demasiado crítica, aunque empiezo a despotricar y los dedos se mueven solos por el teclado. Lamento mucho si he criticado alguna serie que a vosotros sí os ha gustado. A mí me parece muy bien que hayáis disfrutado; siempre es mejor pasárselo bien viendo la tele en vez de sufrir como hago yo en innumerables ocasiones. Y, si tenéis algo bueno que ofrecerme, estoy abierta a nuevas propuestas.
¿Quién sabe? A lo mejor puedo hacer otro ranking.
Ninguna de estas series me ha llamado la atención jamás, de modo que no puedo hacer muchos comentarios.
ResponderEliminarLa única que intenté ver y no pude fue Los Tudor, y no porque fuera mala, sino porque me parecía muy sangrienta. Vale, entonces supongo que es justo que me preguntes cómo puedo ser seguidora de Juego de Tronos, pero es que con Juego de Tronos no estoy viendo ejecuciones de personajes históricos. Como las tramas y los personajes son imaginarios y además ya he leído los libros, sufro mucho menos.
Y por supuesto, mi favorita es Once Upon a Time, deliciosamente original, entretenida e inofensiva (de momento).
Estuve muy enganchada también en su tiempo a Charmed y a Expediente X, pero esas ya son historia.
A mí Los Tudor me encantó porque está muy bien adaptada a la historia original (vale, obviemos que el verdadero Enrique VIII padecía obesidad mórbida y no era tan guapo), y la sangre y las ejecuciones forman parte de la Historia como tal. Cuando estudiaba en la facultad nos decían que cuesta mucho imaginarse esa época porque leemos nombres, fechas y acontecimientos pero no vemos la psicología que se esconde detrás de cada hecho. Por eso hoy en día no entendemos que el pueblo acudiera en masa a ver una ejecución; hoy en día sería inconcebible. Por eso comprendo que tal vez no te haya gustado; hay personas que son más sensibles que otras y que suelen ponerse en la piel del que sufre (a mí me pasó con La Pasión; no creo que aquella noche hubiera en el cine persona que más llorara que yo).
ResponderEliminarCon Juego de Tronos (los libros) he sufrido mucho, mucho, pero mucho. Yo sí que sentí las muertes de los personajes más queridos, llegando al extremo de pasarme toda una noche llorando porque se había muerto Eddard Stark, y etc. En cambio, con las históricas sufro menos... Anda que no soy rara ni ná.
Once Upon a Time está muy bien (quiero ver la 2ª temporada YA!! ^^*), y por eso no está en esta lista. Y también me gustaba mucho Embrujadas! Yo quería ser Piper!