sábado, 6 de octubre de 2012

Columbine en las Islas Baleares


Esta semana, viendo las noticias, hemos escuchado una noticia que me ha parecido escalofriante si tengo en cuenta los precedentes sobre los que se asienta y de los que he leído mucho al respecto. Me estoy refiriendo al intento de atentado en la universidad de Las Palmas por parte del joven de 21 años Juan Manuel Morales, que fue detenido antes de que perpetrara su macabro asesinato en masa. No es la primera vez que sabemos de jóvenes que llevan a cabo asesinatos en institutos y universidades, pero la base en la que este chico se apoyaba tuvo lugar en 1999 y conmocionó al mundo entero: la matanza en el instituto de Columbine.

Juan Manuel Morales, un chico del que sus propios padres tienen miedo por su ideología marcadamente filonazi y por los insultos que les prodigaba (de su madre llegó a decir que tenía "nariz de judía"), estuvo a punto de conseguir lo mismo que habían hecho sus homólogos americanos, Eric Harris y Dylan Klebold, en el instituto de Columbine hace 13 años. Merece la pena ahondar un poco en esos precedentes, ya que podría ser posible que halláramos una explicación para lo que parece inexplicable en estos tiempos. ¿Cómo es posible que se pueda conseguir material potencialmente peligroso con tan suma facilidad? ¿Qué clase de seguridad podemos tener los ciudadanos de a pie ante gente así? Y la pregunta más complicada de responder: ¿Por qué sucede todo esto?

Eric Harris y Dylan Klebold, dos estudiantes de 17 y 18 años, armados con un fusil de asalto, dos escopetas, un revólver y varias bombas de fabricación casera, mataron a trece personas e hirieron a otras 24 en 1999 en el instituto Columbine, en Colorado, antes de suicidarse. Como dato curioso, decir que la fecha no es aleatoria: Ese mismo día se "celebraba" el aniversario del nacimiento de Adolf Hitler, cuya ideología (sobre todo Harris) profesaban. En los documentos que se archivan sobre el caso, que son los diarios de ambos chicos y las llamadas "cintas del sótano" se les puede ver insultando y diciendo groserías a la cámara (multitud de epítetos dirigidos a sus compañeros) y haciendo prácticas de tiro en un terreno boscoso. Otros documentos conservados son listas de tareas (comprar munición y otras cosas), un trabajo de Harris sobre el nazismo, mapas del instituto y dibujos de armas. "11.10" es la hora señalada en su diario para dar comienzo a la tragedia.

Estos documentos podrían darnos una idea de cómo funcionaba la mente de estos asesinos. La escritura dice mucho de una persona y considero que no se le debe quitar importancia; la profesora de inglés de Klebold llamó a sus padres, alarmada, cuando leyó una redacción del chico en la que hablaba de un hombre vestido de negro que iba armado y se dedicaba a matar, torturar y mutilar indiscriminadamente a cuanta persona se le cruzara en el camino. Nadie sospechaba lo que pasaba en realidad.



Eric Harris y Dylan Klebold


Después de la masacre, las víctimas supervivientes reclaman respuesta para preguntas imposibles. ¿Quién es el verdadero culpable? ¿Qué podía aleccionar a dos jóvenes en la flor de la vida a cometer asesinato y suicidio? Se le ha echado la culpa a videojuegos como Doom o Quake, que se caracterizan por su violencia en el uso de las armas. También se culpó a Marilyn Manson, el polémico cantante cuyas letras tienen contenido antirreligioso y referencias al sexo, la violencia y las drogas. Pero esto sólo son subterfugios, una manera de descargar la frustración en otros entes. Señalar la paja en el ojo ajeno, vaya. Porque la verdadera viga estaba en el propio.

Cualquiera que eche un vistazo a la educación estadounidense se dará cuenta al instante de que es una de las más competitivas del mundo. Aún más, fomenta en los adolescentes ese deseo de competir, de situarse por encima de sus compañeros. Te venden la idea de que el mundo es una jungla donde sólo caben dos posibilidades: sobrevivir o ser aniquilado. Y si vemos uno de esos horrorosos telefilmes sobre adolescentes, vemos que sus diálogos giran en torno a tres palabras clave: "popular", "perdedor" y "cita". Si un estudiante es calificado de "perdedor" se convierte en un exiliado, en un paria. Muchos institutos están casi controlados por bandas durísimas y la violencia es rampante. Harris y Klebold pertenecían al grupo de los "perdedores", es decir, que recibían a diario golpes, empujones, insultos y humillaciones por parte de algunos de sus compañeros. A esto se le debe sumar el carácter depresivo de Klebold y las tendencias psicóticas de Harris, la escasa vida social en los suburbios donde vivían, la dureza de la vida familiar en Estados Unidos y, por fin, la facilidad para conseguir armas de fuego muy sofisticadas y sin exigir ningún tipo de documentación en algunos casos.

¿Pero explica esto la matanza? Desde luego que no. Pero ayuda a situarla en un contexto. Quizá la reflexión que podemos adaptar a esta situación es la de "todos somos culpables", ya que es precisamente el entorno el que crea a estos asesinos. Un contexto socio-cultural que, por desgracia, vemos cómo se está trasladando a España con la proliferación de urbanizaciones, la desintegración de las familias y un entorno cada vez más represivo y competitivo para los jóvenes.

Y ya hemos llegado a España. La detención de Juan Manuel Morales Sierra se produjo el día 3 de este mismo mes en Palma de Mallorca, justo en el momento en que recibía la friolera de 140 kilos de explosivos que había adquirido a través de Internet. En su diario personal, manifestaba su odio hacia la sociedad, especialmente a los estudiantes universitarios, y su decisión de colocar varias bombas de tubo repletas de metralla, admitiendo la posibilidad del suicidio.



Juan Manuel Morales Sierra

La investigación comenzó hace cinco meses, cuando se detectaron a través de Internet comentarios alusivos a la matanza de Columbine y su deseo de repetirla en el marco español. Manifestaba sin pudor su simpatía por los dos asesinos y en su blog relataba idénticos gustos musicales, su afición por las armas, su vestimenta e incluso su aislamiento social, que le condujo a situaciones de marginación escolar. Intentó conseguir armas de manera ilegal y, al no conseguirlo, hizo lo posible por adquirir la licencia pertinente, cosa que no consiguió. Su último recurso fue fabricar varias bombas, para las que se aprovisionó de una gran cantidad de material explosivo, algunos de los cuales eran idénticos a los que se usaron para volar la T4 del aeropuerto de Barajas en el atentado de 2006. De haber logrado su propósito, la UIB habría sido completamente aniquilada y el número de víctimas habría sido muy elevado.

Resulta escalofriante pensar en lo que hubiera podido pasar si la investigación no hubiera sido tan exhaustiva y concienzuda por parte de la Brigada Policial. Nos enfrentaríamos a una tragedia desproporcionada perpetrada por un psicópata, por un monstruo que fue incapaz de canalizar su descontento con la sociedad a través de medios más positivos y menos destructivos. El bullying o maltrato escolar está muy presente en nuestra sociedad, pero no debe servir de aliciente para cometer un asesinato masificado. Os lo dice alguien que ha sufrido acoso escolar; a mí me insultaban y martirizaban a diario, pero jamás se me ocurrió coger una escopeta y cargarme a mis torturadores. Existen válvulas de escape mucho más pacíficas, y una de ellas es la escritura. Es más, doy gracias por ese acoso escolar, porque sin quererlo, ellos me convirtieron en la persona que soy hoy, y que me alegro mucho de ser. Nada que ver con ellos, afortunadamente.


5 comentarios:

  1. Esclarecedora entrada sobre la perdición de cierta juventud, sus traumas y la importancia de determinadas influencias. Sí, parece que sólo en EEUU pasan cosas de éstas, pero realmente en cualquier lado se le puede ir a alguien la cabeza, como el psicópata de Breivik en la pacífica Noruega...

    Como también que el miserable bullying no justifica masacres, por supuesto. Y también es superable; tú y tu circunstancia son el mejor ejemplo ;)

    Sigue así, un beso!

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  2. La presión, la ira, la represión, el desprecio, el vacile, las ganas de sentirse superior, de joder, de hacer daño, de ver como aprientan los dientes... Esas cosas deben formar a la gente así, que son como bombas andantes con ganas de explotar y destrozarlo todo, incluidos ellos mismos.
    Por suerte España no es EEUU. Me llama la atencion que consideres que una de las razones que crean estos monstruos sea la competitividad. El sistema japonés es aún más competitivo, y aún no han sufrido estas desgracias (aunque los muchachos tienden al suicidio).
    Vivimos en un mundo donde el dolor es cómodo y asequible, y el amor lleva a la desconfianza. Donde las personas te preguntarán por qué ayudas, por qué les escuchas, por qué les aconsejas, y no se sirven las respuestas. A veces, las personas así, como este chico, no tienen solución. Es triste, pero es la verdad.
    Las finales felices sólo se muestran al final de la pelicula, todo lo demás son atrayentes desgracias.
    Besis ^^

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  3. Me gusta la comparación con el sistema de educación japonés, que también trae bastante controversia. En el país del sol naciente es verdad que se aplica una exagerada disciplina sobre los estudiantes, y es cierto que, en algunos casos verdaderamente desafortunados, muchos jóvenes recurren al suicidio al no ver cumplidas sus expectativas. Pero también debemos pensar que su forma de ver las cosas es diferente a la nuestra: en Japón todavía sigue existiendo, en cierta medida, una especie de código de honor familiar. Es decir, que si uno no cumple con las expectativas que se tienen de él (ya sea como estudiante o en el trabajo), el joven siente que deshonra a su familia y que sólo su muerte es capaz de compensar el deshonor. Parece coña, pero es cierto.

    En EEUU la cosa va por otros derroteros, porque allí se le da mucha importancia a lo de ser popular. Allí no triunfa el más inteligente (de hecho, se conceden muchas becas de deportes a alumnos que son buenos en béisbol o fútbol americano, y no tiene nada que ver con un expediente impecable), sino el que tiene más carisma, el que sabe moverse mejor en esa jungla. Ojo, no estoy diciendo que la inteligencia no se premie ni sirva de nada. De hecho, muchos buenos profesionales salen de Harvard y Yale todos los años. Pero, por desgracia, esa competitividad sigue siendo el motivo por el que muchos alumnos, quizá los que parecen más callados y tímidos, son martirizados por los más abiertos y carismáticos, los populares.

    Gracias por comentar!

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  4. Me ha llamado bastante la atención tu reflexión sobre este tema, porque yo pienso parecido. Muchas veces el entorno, ese mismo que crucifica a gente aleatoria condenándola a ser un marginado de por vida, crea este tipo de monstruos. Cada uno se evade como puede, por ejemplo, yo lo que veo en esta gente es que se evade en el rencor. En sentir una supuesta superioridad sobre el resto... y esta actitud si te fijas, la ves en muchísima gente. Yo misma sentí mucho rencor durante algún tiempo, te da como una especie de placer. Es bastante fácil que pase, es una forma de recibir consuelo.
    A lo que quiero llegar, es que este tipo de gente seguirá apareciendo por todo el mundo, seguirá matando, y lo seguirá haciendo mientras la gente no sea capaz de respetar la individualidad de las personas. Hay muchos monstruos en el mundo, pero socialmente solo se es consciente de un pequeño porcentaje.

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    1. Veo que pensamos muy parecido en torno a este tema, y opino, como tú, que mientras haya gente que quiera que todos estemos cortados por el mismo patrón seguirá habiendo odio y rencor. Es muy importante esa mención que haces al rencor de los considerados "inadaptados", pues es algo que pocas veces se tiene en cuenta cuando es evidente que se trata de un factor importante para definir a una persona que sufre acoso por parte de sus compañeros de instituto. El rencor es la respuesta instintiva de la víctima del acoso ante una situación de indefensión. ¿Por qué hay acosados que odian tanto el mundo que les rodea? Porque son conscientes de que están siendo víctimas de una injusticia ante la que sólo saben reaccionar por la vía violenta. Los asesinos de masas comparten ese instinto brutal de dominación, que les lleva al uso de armas para matar con dos objetivos: sembrar el terror y mostrar su superioridad. Es su respuesta al trato que han recibido. Es una manera de decir: Te crees que estás por encima de mí y por eso te tomas la libertad de insultarme y pegarme, pero ahora yo tengo un arma y puedo hacer contigo lo que me dé la gana. Terrible, pero cierto.

      Y, ojo, no estoy justificando de ninguna manera que se recurra a la violencia para saciar nuestro odio. De hecho, rechazo de plano todo lo que han hecho Harris y Klebold, al igual que otros que han actuado igual que ellos. Aunque el odio y el rencor pueden servirnos para darnos cuenta de cómo es la gente que nos rodea, no es conveniente dejarse embrujar. Es un falso antídoto, porque no te ayuda a salir adelante. De hecho, su efecto es el contrario, porque puedes acabar dejándote llevar por el odio y hacer daño a personas que no se lo merecen, como pueden ser tus familiares o tus verdaderos amigos. Por fortuna, no todo el mundo reacciona con tanta virulencia (de hecho, los asesinos de masas en institutos y colegios suelen ser casos puntuales). Creo que lo más importante es reaccionar ante cada denuncia por abuso escolar y saber tratar con las víctimas, de manera que no caigan en la tentación de hacer pagar con sangre el daño que se les ha hecho.

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